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Arte

Artistas asturianos en recuerdo de Toni Areces

Amigos que compartieron generación e inquietudes exponen su obra en homenaje al poeta e intelectual de Grado

Artistas que participan en la muestra en la Casa de Cultura de Grado, durante la inauguración.

En la casa de la cultura de Grado, el hermoso Palacio de Miranda- Valdecarzana, se vienen celebrando estos días diversos actos culturales dentro de los Encuentros de Literatura y Arte que a partir de este año, cuando alcanzan su decimo tercera edición, llevarán el nombre de Toni Areces, poeta nacido en Grado en 1938 y fallecido el pasado año. Como además de poeta fue a lo largo de toda su vida una referencia fundamental en la vida cultural de la ciudad, en su calidad de escritor polifacético, profesor de lengua y literatura y promotor de muy diversas actividades literarias y artísticas, el Foro de Creación y Cultura de la Biblioteca de Grado ha organizado los actos culturales antes citados en su memoria y homenaje.

Toni Areces tuvo también participación destacada en actividades relacionadas con las artes plásticas y amistad con un buen número de artistas asturianos, con los que compartió generación e inquietudes y varios de ellos han sido reunidos ahora en una exposición con obras, en algún modo ligadas por la época o por las circunstancias de su creación, al recuerdo del poeta. La muestra se titula Otras transiciones y ha sido coordinada por Fernando Alba, artista de la misma tierra, buen amigo y hace tiempo autor del retrato que ahora la preside.

Las obras se distribuyen en dos espacios, el patio central del Palacio y dos salitas interiores, contiguas al lugar donde se instala la conocida Aula de las metáforas. El buen juicio del coordinador y la buena voluntad de los artistas han conseguido que la exposición sea atractiva y de nivel artístico, y tiene el interés de incluir obra no siempre bien recordada o conocida. Hay trece pintores y dos escultores. Los primeros son Bonhome, Reyes Díaz, Legazpi, Lombardía, Melquíades Álvarez, Monte, J. Paredes, Ramón Rodríguez, Bernardo Sanjurjo, José Santamarina, Carlos Sierra y Consuelo Vallina. Dejo para el final a Alejandro Mieres porque merece la pena detenerse en la obra que le representa, cedida por la familia, sin duda una de las mejores de su mano y que no sé si ha sido expuesta, aunque yo recuerdo que escribí sobre ella después de haberla visto en la galería Durero sobre 1990, sin formar parte de ninguna exposición, por la impresión que me causó aquel cuadro negro y el magisterio de Alejandro para hacer actuar a la luz, dominada, no representada, resbalando sobre las superficies estriadas, con diferente dibujo geométrico, las lisas, las granuladas o las perforadas, creando diferentes negros insospechados y cambiantes en movimiento virtual generado por la energía lumínica. Un cuadro tan impresionante ahora como entonces.

También merece mayor comentario el trabajo instalacionista de Anxel Nava, porque además en él se define el homenaje con dedicatoria literaria incluida evocando las ceremonias celtas en lengua galesa con el ofrecimiento floral de mayo al poeta. En este caso, ofrecimiento del Bardo Errante, como se autodenomina, memoria en lengua y hierro en homenaje a Toni Areces. El trabajo es espléndido y digno de figurar en cualquier galería o museo del mundo. Una instalación en afinidad con aquellos creadores que, tras el interés puesto por los minimalistas en "los objetos con capacidad de no decir nada", aprovecharon la simplificación de las formas con que los trataron, distanciándose sin embargo en lo conceptual para ofrecer una alternativa emocional, quizá por necesidad del discurso. Estupenda composición de arte relacional, procesual, con la simplicidad de unos perfiles de silla en hierro y una gran fotografía del propio Nava de espaldas y ofrenda de profeta a su memoria.

Finalmente, dos admirables piezas de Fernando Alba muy de su manera. Una, en el patio, se inscribe en un campo visual muy ocupado por columnas, pinturas y el macizo volumen de la fuente instalada en su centro y sin embargo se apodera de la atención por la verticalidad extrema de su forma lineal, pese a su levedad, apuntando a una gruesa cadena de hierro enrollada en el suelo, de la que aparece elevarse como la serpiente de un faquir de su cesta. La otra enfatiza en cambio la horizontalidad y es de "información lenta" en su hermetismo: dos sólidas chapas cuadradas entroncadas en su centro por una barra de superficie muy expresiva plásticamente. Comunica intensamente unión, unión de soldadura. Toda una metáfora.

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