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Libros

Callejones sin salida

Supervivencia y picaresca en el Nápoles de posguerra relatadas por Wanda Marasco

Wanda Marasco es una escritora italiana, actriz, directora teatral, profesora, poeta y, hasta el momento, autora de tres novelas, la última de las cuales, publicada en 2017, reseñamos hoy aquí. Marasco nació y vive en Nápoles, y en el Nápoles de los años 1950s y 1960s se desarrolla Un coro de almas.

El primer capítulo, de sólo dos páginas, ya es impactante: Rosa rememora su genealogía familiar delante del cadáver aún caliente de su madre, Vicenzí. La novela comienza con la frase: "Se llamaba Vicenzina Umbriello y había acarreado ese nombre como un trueno". El capítulo cierra aludiendo a su espacio vital, "los callejones que recorrimos juntas, semisótano tras semisótano", a los que una nota del traductor, Carlos Gumpert, denomina infravivienda característica de los barrios populares de Nápoles, que simboliza el deterioro urbanístico y social.

Con estas premisas y el tiempo histórico en que se desarrollan, pocas alegrías podemos esperar de esta novela. Rosa, focalizadora de varias voces, narra la historia de sus padres y de sus abuelos y sus propias vivencias con ellos. Se trata de infancias difíciles, "en blanco y negro", en entornos rurales, trastocadas definitivamente por lo que ella llama "el exilio" a la ciudad, donde se frustran todas las esperanzas, en unos casos por la guerra, y en todos por el egoísmo, la intolerancia y la sinrazón.

Las madres devienen en personas adustas, funestas y obsesionadas por diferentes nimiedades, acuciadas por los partos, los maridos ineficaces y la necesidad de criar a sus hijos y sostener la casa. Son vidas "obligadas a contar los céntimos, con guerras y partos". Hay toda una página de frases breves, en infinitivo, para describir el agobio y las vicisitudes diarias de Vicenzí en pos de "lo necesario para alimentarnos", y Rosa la ve desde el umbral, la madre soltando "de vez en cuando un suspiro hacia lo alto, en la cuesta que le queda por recorrer antes de llegar a casa".

Estas no son madres-coraje, son mujeres atrapadas por un destino que no pudieron soslayar debido a la época y el lugar de su nacimiento. Por eso, están resentidas y como Adelí, la abuela materna, remiendan "el odio junto con los agujeros de los calcetones". Hay poca luz en la novela y, consecuentemente, muy poco humor; este Nápoles es el imperio de la muerte, psicológica y física, de la oscuridad y del miedo a la vida. Todas las fotografías familiares (y hay varias) son retratos en sepia, difuminados.

Se pueden aducir, sin embargo, muchas razones para leer Un coro de almas. La escritura de Marasco es fluida y rica en matices, crea personajes diversos en sí mismos en unas pocas líneas, combina el realismo naturalista con una acentuada espiritualidad, y nos deja, efectivamente, el sentir de un coro de almas, de profundidad psicológica y de fuertes sensaciones. Incluso los personajes secundarios tienen una presencia intensa en el callejón y en la aldea, y se nos hacen imprescindibles para entender el sentido de la novela.

La obra de Wanda Marasco implementa el mundo literario de la popular novelista Elena Ferrante, pues nos introduce en otros ambientes napolitanos de la misma época. Marasco hace otros guiños intertextuales, que no estilísticos, a la novela de William Faulkner Mientras agonizo (1930) o al mismo El velorio de Finnegan (1939), de James Joyce, abundando en el poder de la memoria sentimental ante la muerte de una persona cercana.

No quiero terminar sin mencionar un breve pasaje en que una profesora de música, "hija de un jerarca fascista hecho pedazos en 1944", trae, con su arte, un poco de luz al paupérrimo mundo cultural del callejón, aliviando así la intolerancia contumaz que tanto sufrimiento acarrea. Es el mismo caso que la profesora de música, alemana exiliada a una pequeña población estadounidense, de Las manzanas doradas (1949) de Eudora Welty. Ambas profesoras sucumben al entorno, la de Marasco se suicida y la de Welty enloquece, y ambas subrayan, con su breve aparición, el espíritu mezquino de la sociedad que estas novelas inscriben para nuestro conocimiento.

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