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Música

El jardín de las voces

William Christie acoge en su jardín de Francia un original festival con la música barroca como protagonista

Montaje de "The Beggar's opera" .

El maestro William Christie es uno de los nombres imprescindibles en el campo de la interpretación de la música antigua y también del clasicismo. Lleva décadas en la cumbre comprometido en la renovación del repertorio y en el trabajo del mismo con unos estándares de calidad fabulosos. Recientemente pudimos comprobarlo en Oviedo con su versión del oratorio La Creación de F. J. Haydn que fue una velada impresionante.

Desde hace varios años, Christie ha decidido impulsar un festival en su jardín privado del pequeño pueblo de Thiré, en el departamento de La Vendée, ubicado en la famosa zona del Loira. Thiré es una localidad con poco más de quinientos habitantes censados. Es conveniente destacar este dato para valorar el contexto de lo que ya es un gran festival en el que, durante una semana, la música barroca toma el protagonismo con grandes intérpretes de la misma que conviven con los nuevos valores a los que Christie, con su inmenso prestigio, ayuda en los difíciles momentos de iniciar una carrera. La labor que realiza el clavecinista y director es encomiable. Desde luego no lo impulsa ningún beneficio económico. Ha conseguido, eso sí apoyo, de diversas instituciones, pero es tal la logística que precisa la cita musical que, al final, todo es poco para sacar adelante un ciclo que aúna música, naturaleza y refinamiento.

En los Jardines, a lo largo de varios días, se ofrecen diferentes talleres para el público, conciertos y representaciones líricas. Todo ello con unos asistentes volcados y unos intérpretes que en su mayor parte vienen del trabajo académico que comparten el propio Christie con el director adjunto de Les Arts Florissants, Paul Agnew. Hay un magnífico trabajo para los solistas, pero también para la música coral y la instrumental. La implicación en el proyecto de artistas del más alto nivel es otra característica del certamen. Este año, por poner un ejemplo, la del director de escena Robert Carsen en The Beggar's Opera de John Gay y Johann Christoph Pepusch. Fue, sin duda, uno de los platos fuertes del festival con un trabajo musical, escénico y vocal soberbio y que se podrá, posteriormente, ver en diferentes teatros europeos. La obra de 1728 es un increíble antecedente de la comedia musical y se revisó en una excelente adaptación dramatúrgica de Ian Burton con un resultado esplendente en el escenario que cada año se prepara teniendo como telón de fondo el hermoso estanque del jardín. Pero en la edición hubo mucha más música, por ejemplo, L'Orfeo de Monteverdi o cantatas de J. S. Bach en las que Les Arts Florissants fundieron sus mejores efectivos con los jóvenes de la Juilliard School de Nueva York. Quizá uno de las veladas más exquisitas de este año la proporcionó el sensacional tenor Cyril Auvity, acompañado por órgano y violonchelo, en la iglesia de Thiré, con la Pathodia Sacra de Constantijn Huygens en un formato que han llamado "Meditaciones" y en el cual se pide a los espectadores que eviten las ovaciones para que sólo quede la música y el silencio, que también lo es. No por casualidad fue este formato el que clausuró el uno de septiembre la última edición de un Festival que bien merece una peregrinación para disfrutar de la gran música en un entorno espectacular.

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