La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Música

Cábalas operísticas

El cambio de rumbo en la Ópera de Oviedo

La marcha al teatro de la Maestranza de Sevilla de Javier Menéndez, el hasta ahora responsable de la Ópera de Oviedo, abre una nueva etapa en la institución lírica asturiana. Un ciclo de cambios que, por otra parte, se inició unos meses antes con la retirada de la presidencia de la misma de Jaime Martínez. La ópera en Oviedo está viviendo un momento de tránsito, llevado con discreción de cara a la galería, y muy interesante ante una coyuntura nada fácil en la que, en los últimos años, ha sido complicado mantener los abonados y las ayudas públicas, menguadas con la crisis y que, de momento no han vuelto a los parámetros anteriores.

La Ópera, además, tiene otras incertidumbres adyacentes. La disputa con la Seguridad Social a cuenta del coro no es algo menor. Puede que existan discrepancias en el criterio pero algo huele a podrido con este asunto y, desde luego, la transparencia no vuelve a ser la característica principal de una institución privada que se nutre, en muy amplia medida, de fondos públicos y desarrolla en un teatro público su actividad. No es la primera vez que la casa operística se ve envuelta en marejadas económicas y el modo de actuar siempre ha sido el mismo: tapar la basura y mirar para otro lado. Ahora hay dos instituciones públicas en el Patronato y es llamativo que también ensayen con tanto acierto la táctica del avestruz. Desde luego, se ve que tienen buena flexibilidad para agacharse e intentar pasar desapercibidos. Este diario publicaba hace unos días la información de las cuitas líricas con la tesorería de la seguridad social y explicaba que se informó del tema al patronato el pasado mes. Si esto es así, es curiosa la agilidad para un asunto tan relevante sobre el que lleva meses hablándose en el mundo musical asturiano. Se ve que no había prisa en dar cuenta del problema y que los anteriores gestores prefirieron el lavatorio de manos, ejerciendo la conocida táctica de "tira que libres".

Ahora la Fundación está a la búsqueda de un/una (hay que hacer distinción de género porque las quinielas apuntan desde el primer día a una mujer como sucesora. Veremos al final qué sucede) responsable artístico para la casa. Un director general que se ocupe de llevar el rumbo en los próximos años y del que se valora una dedicación plena (dato este muy curioso). Esperemos que el resultado sea transparente y limpio y que tenga resultado positivo.

Los retos de la ópera en Oviedo a corto y medio plazo son muchos. El proyecto del coro no atraviesa sus mejores momentos. Algunos títulos de la pasada temporada dejaron ver carencias que se pueden acentuar en el futuro si no hay una línea de trabajo clara. Ahí habrá que tomar, sin duda, decisiones. Deberá tenerse en cuenta, asimismo, si el asunto legal con la Tesorería genera algún tipo de multa o se sustancia sin sanción. El margen de maniobra que tiene la casa es muy ajustado para imprevistos de gran calado. Capítulo aparte merece el tema artístico. En los últimos años, salvo alguna excepción, se ha producido un desplome de la calidad de la temporada. Excepto el estreno de "Fuenteovejuna", muy bien manejado mediáticamente, la oferta que hoy se da, operísticamente hablando, desde Oviedo no es demasiado relevante en el contexto nacional. Pondré un ejemplo: los teatros Baluarte de Pamplona y el Gran Teatro de Córdoba han tenido a Gregory Kunde este año como protagonista en una ópera. Aquí hace décadas que no pisa la temporada. Y no es, desde luego, porque su cachet sea prohibitivo. Quiero con ello decir que hace falta una revisión en profundidad de los repartos que deben volver a los niveles habituales de años atrás. Otro problema añadido es la infraestructura de la temporada: el teatro Campoamor. Esto ya desborda a la institución, pero ha de ser una palanca para impulsar una reforma ineludible de la caja escénica. Cada año que pasa se va deteriorando la infraestructura y requiere más gastos añadidos para adecuar las producciones y encajarlas en un escenario que, salvo parches puntuales, es el de la postguerra. No queda en Europa ningún escenario del nivel del Campoamor de Oviedo sin una revisión total de su infraestructura escénica. Es un factor que ha de tratarse con calma y un empuje decidido que ha de implicar a todas las instituciones públicas y ahí la Ópera de Oviedo juega un papel clave y relevante.

Quizá lo que más daño hace a un proyecto artístico es la autocomplacencia. La Ópera de Oviedo necesita trabajar más la autocrítica y no seguir fiando todo su capital a la sobreexposición mediática regional, desatendiendo otros ámbitos. Empieza una etapa, habrá que ser optimistas porque la Ópera de Oviedo es muy importante para Asturias y es una industria cultural con gran potencial de crecimiento.

Compartir el artículo

stats