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Por Eugenio Fuentes

Un testimonio para sonrojar a los intoxicadores del 11M

El testimonio de Marisol Pérez Urbano debería servir, al menos, para sonrojar a quienes siguen jugando con la memoria de las víctimas de los atentados del 11M. Marisol, profesora de Literatura, perdió aquella mañana de 2004 a su hijo Gonzalo, de 20 años. Pasó horas de desesperada búsqueda hasta que, por fin, le confirmaron que su primogénito era una de las víctimas. Tras la inhumación de las cenizas debería haber llegado la hora de iniciar el duelo desde la sima del dolor. Pero no pudo. No ha podido. Las manipulaciones políticas y mediáticas aún siguen abriendo sus fauces cada vez que alguien atisba beneficios en una nueva oleada de miasmas. Marisol explica en Dinos dónde estás y vamos a buscarte las estaciones de su via crucis. Dice que escribirlas la ha liberado en parte de su opresión. Ojalá los próximos intoxicadores leyesen al menos unas líneas antes de abrir un nuevo capítulo de la ignominia.

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