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Arte

Melquiades Álvarez, enriquecer la obra sin desvirtuar la pureza del lenguaje

Nuevos planteamientos con la materia resultan ahora más expresivos en lo formal y como estímulo de la fantasía

"El temor" (2017), acrílico sobre madera trabajada de Melquiades Álvarez.

Durante los últimos años Melquiades Álvarez ha venido sometiendo su pintura a una reconfiguración de notable calado que pasa por trabajar sobre superficies de madera muy elaboradas ya desde las texturas de fondo, pero sobre todo por el ahuecamiento del espacio pictórico para crear zonas de sombra real, incorporar relieves mediante collage de la misma materia y, en general, dar protagonismo a la madera, tallada además de pintada. Ha sido un largo periodo de experimentación con distinta fortuna en los resultados como era de esperar y que al parecer el artista necesitaba para renovar su lenguaje plástico, "salirme del círculo cerrado de la pintura en que estoy metido", con sus palabras. Cualquiera que sea la opinión que se tenga sobre dicha necesidad, tan radical evolución en la obra de artista de tan sutil y exquisita mirada a la naturaleza, de una poética plástica llena de mágicas resonancias, suponía un hecho muy relevante en el arte asturiano, sin descartar el peligro de que prácticas tan cercanas a lo barroco artesanal pudieran afectar negativamente a la pureza de su manera.

Finalmente el talento del artista parece haber superado con éxito pruebas y dudas que pudieran haber existido a lo largo del proceso, a propósito del cual muchos habremos dicho seguramente palabras de más. Empezando por él cuando comentó que intentaba saber si la apariencia de una de sus pinturas era la misma que si fuera la de una pintura convencional. Nunca debiera haberle preocupado eso. Cuando una pintura tiene apariencia convencional es porque se trata de una pintura convencional. Ni fue nunca su caso ni eso se arregla con agujeros, desgarros o aditamentos varios. Nadie que lea de una pintura de Matisse que es "muy gratamente decorativa" pensará que esas palabras tienen connotaciones desdeñosas.

Volviendo a lo primero: Melquiades Álvarez emprendió una nueva e importante etapa en su pintura seguramente con la pretensión de dar más voz a la madera como materia, puede que también por sentir un mayor contacto físico con ella, quizá incluso por escapar de cierta sensación de rutina, esté justificada o no, que en ocasiones preocupa a los artistas. Si buscaba también mayor trascendencia o contexto conceptual, creo que eso va o no va de suyo en la obra, instintivamente. En todo caso, lo que importa es que sus nuevas experimentaciones, como lo prueba esta magnífica y novedosa exposición, han tenido la virtud de estimular sus potencialidades imaginativas y adquirir nuevas formas de expresividad pictórica sin desvirtuar la pureza y espontaneidad de su lenguaje.

Su pintura se ha hecho más luminosa, más "carnal", más "real" también, porque la transformación de las superficies cede espacio al espectador para permitirle, por decirlo así, entrar en el cuadro, sentirse más próximo a la intensidad de la mágica atmósfera que genera. Por otra parte en este caso resulta evidente que las intuiciones que le han llevado a aventurarse en nuevas técnicas y medios expresivos enriquecen su obra en lo formal pero también como estímulo de la fantasía y en definitiva del goce estético del espectador. Lucio Fontana, sobre el concepto de cuya obra especuló literariamente Melquiades en alguna ocasión, afirmaba que no concebía su obra como desgarro sino como umbral, y esa me parece una frase bien significativa.

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