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El Ministerio del Tiempo

El recuerdo de la promoción del Sporting ante el Lleida y de cómo Marcelino García logró subir al Lealtad hace 20 años

Ya se sabe que Sandoval es muy taurino, muy torero, le gusta sacar el capote en espera de que Baraja entre en su terreno. Ganar en Córdoba con un equipo en reserva es una opción. No queda mucho combustible en vísperas de los cuatro partidos de la verdad para llegar a Primera. En estos retos decisivos de la última jornada se juega escuchando el eco de otros campos. Nadie arriesga desde el pitido inicial, son duelos que se afrontan sin soltar el freno de mano. Y cuando no hay más remedio, ante lo inevitable, se pisa a fondo el acelerador, ya no vale frenar: desenfreno total hasta consumar la tragedia o el triunfo final. Por esas situaciones irá transcurriendo la jornada unificada del último sábado de la Segunda, en su fase regular. El Sporting necesita acabar tercero para evitar al Zaragoza. Ahora mismo los maños son el rival mayúsculo. Empezaron por abajo mirando incluso el desfiladero del descenso. Tacita a tacita, de tila por supuesto, fueron ahuyentando el fantasma de una nueva temporada fallida. Llegan a la hora de la verdad con juego y gol. Con ese delantero cedido -Borja Iglesias- al que Cholo Simeone podría hacer internacional, con más mérito que el que mostró, esta temporada en la Premier, el tan promocionado Morata. En el regreso a Primera, la Romareda y el Molinón aparecen como los grandes escenarios. Llegado el momento -ultras aparte- la grada será un pulmón determinante en esos arreones necesarios cuando el fútbol y las fuerzas ya fallan a la muchachada rojiblanca. El anuncio de la marcha del míster Natxo González al Deportivo no es una noticia que ayude a los zaragozanos.

La promoción de la temporada del 94/95, ante el Lérida, quedó en la memoria de quienes estaban en aquel partido de vuelta, que solo estuvo ganado cuando el árbitro señaló el final. Si pudiéramos deberíamos utilizar los servicios del Ministerio del Tiempo recuperando a Pier y Muñiz: uno para marcar en la portería rival, otro para frenar en el área propia al delantero gallego de los maños. Como hizo con Salillas, la pesadilla ilerdense de aquella eliminatoria para mantenerse en Primera. Sin olvidar al ruso, Lediakhov, que cuando quería, podía. Lejos su pasión de la que hace gala cada semana la ciudadana rusa del momento, y residente en Gijón, Oxana, concursante en Masterchef: todo un carácter triunfador. Igor era muy intermitente, desesperante incluso. Pero su talento vendría muy bien en este momento. En partidos decisivos el arte resuelve. Que se lo pregunten a Zidane que cuando recurrió a Bale sabía que era lo que pedía el partido: jugar con los mejores, aunque tengan mala prensa, es necesario y vital en una final. Ahora Zizou sabe irse: es un mérito. Ya hizo historia en el Real. Ahí te queda eso Florentino. Busca a quién lo supere, a quién sepa liderar un vestuario de divos.

Ya instalados en el tiempo pasado, hace veinte años un tal Marcelino G. Toral entró en la escena de los banquillos al conseguir un ascenso inesperado para Lealtad de Villaviciosa. La liguilla para llegar a Segunda B empezó de la peor manera: perdiendo en Betanzos por 7-1. Superaron aquel marcador y terminaron ascendiendo por encima del Castilla -filial del Real Madrid- y G. Segoviana. En el 98 empezó todo para Marcelino y lo que le queda por ganar.

Quién sabe si para José Alberto López superar al Elche en la próxima eliminatoria, ascender a Segunda, no es el paso decisivo en su carrera. Culminar el ascenso del filial también está en la mano de Baraja. Ascender los dos equipos rojiblancos sería el espaldarazo en la carrera de ambos entrenadores. Y Rubí sería historia pasada. Marcelino menos.

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