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Alberto Menéndez

En busca de la regularidad

El Oviedo necesita una mejor plantilla para ser regular en la categoría

No es fácil enlazar una buena y larga racha de resultados positivos en la Segunda División del fútbol español. Como ejemplo ahí están los del propio Huesca, líder destacado durante muchos partidos, luego desfondado, al final recuperado, y desde hace dos encuentros club de la mejor Liga del mundo por primera vez en su historia, y la del Sporting también, que en el último tramo de la competición perdió el tren del ascenso directo cuando parecía lanzado a conseguirlo. Pero en todo caso lo que no ofrece dudas es que lo fundamental para estar en la parte alta de la clasificación es la regularidad. Por supuesto que va a haber momentos mejores y peores, pero un equipo que no se muestre más o menos equilibrado, estable, a lo largo de toda la temporada va a tener muy difícil, por no decir imposible, sacar el curso con buena nota, con el sobresaliente del ascenso directo o con el notable de los partidos de promoción.

Si el Oviedo se quedó en el simple aprobado en esta Liga, a las puertas de disputar el "play-off", fue por eso, por carecer de regularidad. Y no lo logró por una sencilla razón, porque no contó con la plantilla adecuada. En ocasiones no hace falta que ésta sea la mejor, ni mucho menos la más cara, sino la más conveniente para la manera de entender el fútbol de su entrenador. El propio Juan Antonio Anquela lo ha venido reconociendo en las últimas semanas. Faltaban piezas para armar un buen conjunto. Cuando los oviedistas lo tuvieron todo de cara y mentalmente se mostraron fuertes compitieron adecuadamente, por ejemplo, en sus desplazamientos a Huesca y Vallecas. Pero en el fútbol, como en la vida, siempre aparecen contrariedades, y es entonces cuando un equipo debe saber responder y dar la talla. Y los discípulos de Anquela no la dieron, porque no supieron o porque no pudieron. La falta de calidad al final se nota. No vale sólo con sufrir y disputar cada balón como si fuera el último. Por eso al lado de esos pocos partidos brillantes hubo otros, demasiados, en los que la falta de argumentos futbolísticos fueron muy patentes y preocupantes y acabaron por trasladar a la afición desconfianza, excesiva desconfianza, en sus jugadores.

En Soria, Pamplona y León quedó patente la poca consistencia del proyecto azul de esta temporada. Así y todo el Oviedo a punto estuvo de llegar a disputar los partidos de promoción. Quedó a un solo gol. Ayer, en el Carlos Tartiere, cumplió con su obligación y ganó brillantemente al Huesca (extrañamente demasiado bronco). En Granada y Valladolid también se dieron los resultados que beneficiaban a los asturianos. Pero fallaron los de León. Si la Cultural (de nuevo en Segunda B) hubiera marcado un tanto más al Numancia y hubiera empatado a dos además de haberse salvado hubiera metido a los azules en el "play-off".

Es poco lo que le falta al Oviedo para dar ese salto de calidad que le permita lograr la consistencia y la regularidad indispensables para combatir con más garantías que este año por el sueño del ascenso. El equipo está consolidado en Segunda. Parece que ha llegado el momento de confeccionar una plantilla con más garantías que las de los últimos años. Y más joven. El ascenso del Vetusta a Segunda B facilita la labor.

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