Que el Sporting no llega a la promoción de ascenso en su mejor momento de juego, ni siquiera en uno bueno, es como decir que el Sol sale por Levante. Pero nada de lo que va a ocurrir a partir de esta noche en Valladolid tiene que ver con todo lo anterior. Hoy empieza una competición nueva, en la que un par de errores conducen al patíbulo. Un juego casi de azar que está más determinado por la psicología que por la táctica e, incluso, que por la calidad, teniendo en cuenta la igualdad entre los contrincantes.
Por eso, no conviene tanto centrarse en la imagen del equipo en Córdoba como analizar algunos factores que rodearon ese partido y que podrían influir en la preparación mental de los jugadores. ¿Acertó Baraja guardando efectivos en el banquillo y dando así la impresión de que tiraba por la borda todos los beneficios del tercer puesto? Seguramente, no. Porque el fútbol es también la gestión de sensaciones, más aún de cara a un play-off. A cambio, es cierto que los "reservados" en El Arcángel están ahora obligados a rendir a un gran nivel, sin excusas.
Las promociones son una moneda al aire donde todo puede pasar, pero sólo pasa uno. Y, en ellas, el papel de la afición es determinante. En eso, el Sporting sí tiene garantizado estar entre los mejores. Así que prietas las filas porque lo que toca ahora es empujar todos a una. La gloria aguarda a cuatro curvas. Que nadie se salga del camino.
