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Tele Mundial

Por una rodilla

El triunfo español se revaloriza después de sufrir el empuje de una Irán que reaccionó con una fuerza inesperada tras el gol de Diego Costa

El España-Irán fue un partido equívoco. Pareció una cosa y resultó otra. Durante muchos minutos mantuvo a España al borde del fracaso y, sin embargo, la despidió como líder de su grupo. Transmitió la sensación de que estaba programado para que no ocurriera nada y, sin embargo, dio cobijo a anécdotas fuertes, como que Piqué jugara su partido número cien con una selección en la que muchos no le quieren, o que el VAR proporcionara un tremendo alivio a los españoles en la medida que le daba la razón a un juez de línea que demostró tener, él, un ojo de halcón. Se jugó en Kazán, que las guías dicen que es la capital de Tartaristán y tiene un pequeño Kremlin, pero que a los aficionados españoles a la música lo que les evoca es un número de "Katiuska", la opereta de Pablo Sorozábal, aquél de "Cosacos de Kazán". Aunque, ya metidos en música, si alguna afinidad hubiera que buscar se encontraría en "Por una cabeza", uno de los más conocidos tangos de Gardel, para transformarlo en "Por una rodilla", con Diego Costa como intérprete.

Un partido sufrido. Para España fue, ante todo, un partido sufrido. Sabía lo que podía esperar de Irán, ya fuera por antecedentes próximos o remotos. Entre estos últimos resaltaba el dato de que no le habían marcado un gol en los últimos doce partidos. De los próximos, bastaba recordar su partido contra Marruecos, ya en el Mundial de Rusia, en el que había mostrado con toda crudeza su vocación defensiva. Contra España extremó esos rasgos. Durante el primer tiempo jugó con seis defensas en línea más otros tres que se situaban delante pero muy próximos. Y España no lograba encontrar soluciones frente a aquel muro, tanto más espeso en cuanto que móvil. Apenas las insinuaba Isco, que ha llegado al Mundial no sólo con mucha fuerza, sino con la ambición de asumir riesgos. El resto era fría corrección. Sólo después del descanso la selección española se decidió a meter una marcha más. Y fue entonces cuando comenzó a crear ocasiones, como un tiro desde fuera del área de Busquets, que, como poco, ofreció a Beiranband la oportunidad de hacer la primera parada del partido. Poco más tarde llegaría la primera jugada crucial. De nuevo la provocó Diego Costa en solitario y por el centro. En vez de un pase largo, como ante Portugal, fue un envío en corto, aunque también en profundidad, esta vez de Iniesta. Costa lo peleó en desventaja, pero su porfía tuvo premio, pues el despeje de Rezaiar dio en su rodilla y desde ella se encaminó irremisiblemente a la red. Los españoles ansiaban ese gol, que supuestamente les ponía el partido en franquía. Pero, sorprendentemente, lo que les trajo fue otro tipo de sufrimiento, y mayor que el anterior.

La reacción de Irán. Y es que el gol en contra provocó de inmediato una sorprendente reacción de Irán. Sorprendente porque puso de manifiesto una capacidad que hasta entonces había estado camuflada bajo un disfraz en el que había primado lo negativo, con un planteamiento defensivo en el que virtudes -poderío físico, disciplina, abnegación- y vicios -trucos para perder tiempo- se juntaban en un ejercicio de suma cero. Viendo lo que, tras el gol de Costa, fue capaz de hacer el equipo iraní, no se entiende muy bien cómo juega Queiroz las cartas de que dispone. Y es que Irán demostró entonces que tiene fuerza, velocidad y, lo que es más importante, recursos. Lo cierto es que, sorprendida por esa reacción doblemente inesperada, la selección española pasó por serios apuros, que se habrían convertido en daños si, siete minutos después del gol de Costa, el juez de línea no hubiera levantado el banderín en un saque de falta contra España, que acabó con un remate de Ezatolahi que terminó dentro de la portería española. Los jugadores iraníes, que celebraron jubilosamente el gol, despertaron a una pesadilla cuando el árbitro dejó en suspenso la celebración a espera del resultado de la consulta al VAR, el apoyo tecnológico que ha hecho su presentación al máximo nivel en este Campeonato del Mundo. Y el veredicto favoreció a España. Las imágenes de televisión confirmaron que con acierto, pues se pudo ver que, aunque por poco, Ezatolahi arrancó en fuera de juego en busca del remate que no alcanzaría en primera instancia pero sí después. El juez de línea que denunció la infracción tuvo no sólo muy buena vista, sino también mucha perspicacia.

España encarrila. A raíz de ese severo toque de atención España trató de buscar un nuevo equilibrio. Le ayudaron los cambios, sobre todo el de Koke por un Iniesta que sigue sin alcanzar el nivel que cabe esperar de él. No tanto la entrada de Asensio, para jugar por la derecha. Pero aún pasó por sustos como el del minuto 81, cuando Amiri, tras hacerle un túnel a Piqué junto a la banda, metió un centro que Taremi cabeceó a bocajarro, aunque, por suerte para los españoles, el balón se le escapó por encima del larguero. Pero, sobresaltos aparte, la selección española supo capear con oficio un difícil final de partido, gobernado por un espléndido Busquets, que dejó para el recuerdo una soberbia maniobra entre tres rivales para dar salida al balón. El triunfo era necesario para encarrilar la trayectoria de la selección que ahora comanda Fernando Hierro, que, igualada en resultados y goles con Portugal, la aventaja en la clasificación de su grupo por menor número de tarjetas. La primera ronda siempre tiene la dificultad de que es la que más tienta al fútbol especulativo, que no parece que sea el que mejor le vaya al equipo español. Si el triunfo sobre Irán, que España habrá de refrendar al menos con un empate ante Marruecos, tenía de antemano ese valor, a posteriori se revaloriza aún más.

Irán, también para mujeres. Si a Irán se le escapó el éxito deportivo, es posible que el partido de ayer pase a la posteridad como el de otro logro, de mayor trascendencia. Cuando las cámaras de televisión enfocaban a los seguidores iraníes se podía ver entre ellos a alguna mujer, algo que hasta ayer habría sido impensable si el partido se hubiera jugado en territorio persa, pues el régimen teocrático que gobierna Irán tiene prohibido a las mujeres el acceso a los estadios en los partidos de fútbol disputados por equipos masculinos. Pero, según las noticias llegadas desde Teherán, esa prohibición se rompió ayer, por la presión de las mujeres que se empeñaron en asistir, como unas espectadoras más, a la transmisión en pantalla gigante del España-Irán que se ofrecía en un estadio de la capital. Seguro que a Queiroz, que dirige a su equipo desde la banda luciendo una corbata, prenda detestada por los ayatolás, ese triunfo, ojalá que no pírrico, de las mujeres del país que le acoge como seleccionador le habrá supuesto una compensación de la derrota de su equipo.

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