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De cabeza

Los refranes

Los equipos que triunfan son los que no consienten que nadie les cuente su historia

Los refranes son grageas de sabiduría popular, filosofía castiza, salidas de emergencia que, en ocasiones, resumen un pensamiento que nos cuesta o nos apura desarrollar. Uno de los más conocidos afirma que más vale pájaro en mano que ciento volando. Es un refrán que nunca compartí. Comprendo el sentido metafórico de la frase, su alusión a que es preferible lo seguro a la quimera, pero yo no puedo dejar de tomarla en sentido literal: prefiero los pájaros volando a encerrados en mi mano. Y no lo prefiero por simple ingenuidad sino por respetar el sentido natural de las cosas: si los pájaros tienen alas, su inclinación lógica es la de volar.

Es difícil saber, si es que la tiene, cuál es la inclinación lógica de un juego como el fútbol. El caso es que, y aun cometiendo un error de maniqueísmo, el fútbol suele polarizarse entre quienes prefieren al pájaro encerrado en un puño y a quienes prefieren una bandada aleteando. Sin embargo, detrás de esta aparente simpleza se esconde un debate futbolístico más rico y complejo de lo que parece. El Oviedo lo resumió a la perfección en su partido contra el Nàstic de Tarragona.

Empezó Anquela alineando cinco defensas, nadando y guardando la ropa, y después de unos primeros minutos mandones llegó al descanso perdiendo por uno a cero. Obligado a agitar la coctelera, el míster azul quito a Mossa y a Johannesson para introducir a dos jugadores de perfil claramente ofensivo: Javi Muñoz e Ibrahima. El Oviedo pasó a jugar con sólo tres defensas, prescindiendo de los dos laterales ofensivos, emblemas obvios de una defensa de cinco. De alguna manera, era pasar de ser afilado a percutivo; de cambiar el bisturí por el martillo. El caso es que funcionó. No sé si por táctica o por contagio pero funcionó. Los azules empataron y fue ese momento cuando la sombra del refranero cubrió las intenciones del Oviedo. Lanzado al ataque, incluso con uno menos, decidió inclinar el refrán hacia el lado de los ciento volando. Fue valiente, hay que reconocerlo, y según digo esto, el refrán, como un balancín loco, se inclina hacia el lado del pájaro en mano: fue imprudente.

A los defensores de esta segunda opción les avala el resultado final: una nueva derrota, y en el tiempo de descuento, reduce a cenizas cualquier debate futbolístico. Pero es necesario debatir con el balón de por medio, no reducir el asunto a cortar cabezas. Lo que no saben quienes piden con tanta vehemencia que rueden cabezas es que, para un verdugo, todas las cabezas son iguales y en la vida real y civilizada ninguna cabeza es igual a otra.

Del partido contra el Nàstic es bueno saber que hay un posible plan de evacuación que a punto estuvo de salir bien. Lo más reprochable del Oviedo es su incapacidad para gobernar el juego. Los equipos que triunfan no son los que defienden más o meten más goles, son los que no consienten que nadie les cuente la historia, pues quieren ser ellos los únicos narradores validos.

En cuanto a los refranes, me viene a la cabeza aquella ingeniosa canción de los Gabinete Caligari titulada "Malditos refranes": "Acude al refranero / si quieres encontrar / antídoto o veneno / para tu voluntad".

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