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Dos en la carrera / Kilómetro 12

Tropezones y caídas

Los cambios mejoraron de forma insuficiente a Oviedo y Sporting, que acabaron recayendo en la ineficacia

Los dos competidores asturianos en la maratón de Segunda División acumulan decepciones en el tramo inicial de la carrera. No es que ninguno de los dos sea incapaz de meterse en el grupo de cabeza sino que ambos transmiten, con características diferentes, una clara sensación de flojera. No es casualidad que en la jornada del domingo los entrenadores de los dos equipos, ambos muy de piñón fijo, se decidieran a revolucionar las alineaciones habituales. Pero, aunque los dos equipos ofrecieron a ratos mejores sensaciones, al final los resultados no fueron los esperados. El peor librado fue el Sporting. Lo de que hace seis meses que no gana un partido fuera de casa puede ser una anécdota. Que esté más cerca de los puestos de descenso que de los de cabeza es ya un motivo de preocupación, en cuanto que parece una consecuencia directa de su falta de juego. En cuanto al Oviedo, no logra entrar en una dinámica de regularidad, sobre todo ante su público. De seis partidos jugados en el Carlos Tartiere sólo ha logrado ganar dos. Para quien busque consuelo en el mal de los otros, puede encontrarlo en que el Zaragoza, único rival que ganó hasta ahora en el Carlos Tartiere -y por goleada-, acaba de ingresar en la zona de descenso automático. Pero mejor sería encontrar estímulo en los que encabezan el pelotón -Granada, Málaga, Alcorcón, Deportivo- que van como tiros.

OTRO OVIEDO PARA ¿LO MISMO?

Anquela sorprendió a todo el mundo con la alineación que sacó ante el Mallorca. En parte, porque prescindió de alguno de sus inamovibles, como Christian. En parte, por los guiños de ambición ofensiva, como la presencia de Bárcenas como carrilero derecho y la entrada de Ibrahima como segundo delantero. Era otro Oviedo y el comienzo del partido pareció confirmarlo. Pero el final fue el ya acostumbrado, e incluso pudo ser peor todavía. Al Oviedo eficaz que busca su entrenador le perdió su inseguridad ante las dos porterías. Perdonó demasiado ante la contraria y concedió más de lo recomendable junto a la propia. Aun así, fue más decepcionante el resultado que su juego. Quizá a Anquela le merezca la pena insistir en lo que propuso el domingo.

Ibra se consolida. Lo que parece claro es que Ibrahima reclama un puesto entre los titulares. Quizá su fuerte no sea el de rematador, aunque su gol, corrigiendo de forma espléndida un disparo desviado de Tejera, fuera estupendo. Pero tiene movilidad, poderío físico y recursos. De estos últimos pudiera ser ejemplo un centro que sacó de la nada en el minuto 34 del primer tiempo. Y la jugada del minuto 78, cuya probable finalización en gol frustró Raíllo con una entrada desde atrás en la que los oviedistas reclamaron penalty, que quizá no fue. Además, el juego del senegalés mezcla bien con el de sus compañeros de ataque.

Dos Oviedos. Lo decepcionante del Oviedo fue que se viniera abajo tras haber sido claramente superior en el primer tiempo. En ese periodo los azules tuvieron ocasiones claras para ampliar la ventaja que habían adquirido con prontitud. Parera, el portero suplente mallorquín, hizo una extraordinaria parada a tiro de Folch, tras una buena jugada de Ibra y Berjón. Y el reaparecido Carlos Hernández falló, en un saque de falta de Berjón, uno de los cabezazos que la temporada pasada mandaba indefectiblemente a la red. Pero el Mallorca, que no había tirado a puerta ni una vez en el primer tiempo, se vino arriba tras conseguir la igualada al comienzo del segundo y, aunque el Oviedo siguió llevando la iniciativa, equilibró en cierto modo el juego e incluso tuvo ocasiones para desequilibrar el marcador, en parte porque el Oviedo sigue sin corregir su permisividad a balón parado. Así, Pedraza pudo adelantarse al primer palo para cabecear solo un saque de falta. Por suerte para el Oviedo, el remate, aunque por poco, salió desviado.

Una baja preocupante. En el minuto 70 Saúl Berjón se echó la mano a la parte posterior del muslo derecho. Dos minutos después era sustituido por Boateng. Las lesiones musculares no suelen ser cuestión de días y por eso la de Berjón, un jugador siempre fundamental para el Oviedo, aunque, como ahora, no pase por su mejor momento, añadió una nube de preocupación al disgusto por el resultado.

Mejor un pu nto que nada. Si había un jugador desconsolado al final del partido era el número 7 mallorquinista, Aridai, uno de los mejores de su equipo. Un par de minutos antes había tenido en sus botas la victoria del Mallorca, a raíz de una falta sacada por el Oviedo, que se volcó en exceso sobre la puerta rival. Los mallorquinistas rompieron con facilidad la última línea defensiva del Oviedo, demasiado cerca del área contraria, y Sevilla, con un buen pase, colocó a Aridai en ventaja, que el canario supo mantener durante más de cincuenta metros para plantarse ante Champagne, otra de las sorpresas que había reservado Anquela para el partido. Aridai, que había fabricado el gol del Mallorca con un regate fantástico en diagonal, que descuadró a Mossa, no logró superar al portero argentino del Oviedo, que, al borde del área, pero dentro de ella -ése fue su primer acierto-, aguantó sin vencerse la llegada del mallorquinista y, cuando éste le quiso desbordar por la derecha, estuvo ágil y decidido para lanzarse por el balón y atraparlo. El desconsuelo de Aridai sirvió para recordar al Oviedo y sus seguidores que un punto puede ser poco pero es más que nada. Un tropezón es malo, pero una caída, peor.

EN EL SPORTING, OTROS HOMBRES, IGUAL SISTEMA

Urgido por la necesidad y estimulado por el éxito en la Copa, el entrenador del Sporting se atrevió en Almería, en un partido que se presentaba como importante -no podría ser crucial a estas alturas-, a hacer cambios significativos en la alineación. Prescindió de Cofie y André Sousa para dar entrada a Salvador y Santana, y dio paso como titular a Pablo Pérez para acompañar al confirmado Djurdjevic en la punta de ataque. Todo parecía bastante lógico. No tanto, el cambio en los laterales, para dar entrada a Geraldes en la derecha y desplazar al diestro Molinero a la izquierda, en perjuicio de Canella, que no estaba siendo de los peores en este poco brillante arranque de Liga del Sporting. Los nuevos hombres le dieron un acento distinto al sistema, pero no lo cambiaron. Y el partido acabó en la decepción que ya va siendo habitual.

P oco, tras un buen comienzo. No lo prometía al principio, cuando el rápido gol sportinguista parecía refrendar el acierto de la terapia aplicada por Baraja. Una apertura de Salvador, un balón ganado al fin por Djurdjevic, con desborde posterior a Owona, un centro a la boca de gol y la culminación de Pablo Pérez con el pecho sonaban a estimulante novedad. Pero el desarrollo del partido vino a demostrar que, aun con otros hombres y a pesar del empeño y hasta el acierto de algunos -Pablo Pérez, en especial; también Salvador- el perfil del Sporting seguía siendo el mismo, el de un equipo defensivo que se siente más cómodo dejando que sea el contrario el que proponga, aunque, a cambio, no tenga un contragolpe letal. Un equipo en el que los fichajes llamados a ser decisivos se van cayendo uno a uno de la titularidad. El último que resiste es Lod, aunque siga aportando muy poco.

Fracaso con atenuantes. Frente a ese Sporting cuya mayor ambición es mantener su portería a cero, al Almería le bastó para conseguir la victoria con la insistencia de su juego más trabado y combinativo, para el que tiene jugadores adecuados. Pero pudo no resultarle suficiente si no hubieran influido otros factores, que se convirtieron en atenuantes para el fracaso del Sporting. Uno de ellos, la suerte, como cuando el poste devolvió un excelente saque de falta de Carmona cuatro minutos después del segundo gol almeriense. Los otros los aportó el árbitro, Ais Reig, de quien el Sporting tiene motivos para quejarse. Así, es discutible que la carga de Molinero a Álvaro Jiménez mereciera ser sancionada con penalty. Por otra parte, la anulación por fuera de juego del gol conseguido en el minuto 68 por Salvador con un remate tan curioso como meritorio difícilmente resistiría la prueba del VAR. En la relación de agravios arbitrales del Sporting podría figurar también el perdón de la segunda tarjeta a Owona en el minuto 70, pese a que avasalló con los brazos a Pablo Pérez en una disputa aérea, fue especialmente escandaloso, pues, para evadirse del caso, ni siquiera señaló falta. Lo malo para el Sporting es que los atenuantes, cuando los hay, no consuelan del dolor de una nueva caída.

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