El balonmano inició su andadura deportiva en Pola de Laviana. Ese hand ball de base alemana que un verano de 1938 trajo a su villa natal Purina Zapico Maroto. Esta mujer avanzada enseñó y orientó a sus amigas polesas todo lo relacionado con esa novedosa disciplina deportiva. El balonmano femenino comenzaba su andadura nacional. Más tarde en la escuela militar de Toledo les tocó a los jóvenes cadetes marcar goles con la mano y revolucionar un deporte de nueva proyección.
Y en Pola de Laviana las jóvenes mujeres empujadas por la pasión deportiva de Purina Zapico iniciaron sus partidos amistosos con enfrentamientos entre ellas. El emblemático y recordado campo de Fontoria fue escenario de destacados encuentros, primero con equipos de la zona y más tarde con colectivos regionales y nacionales. Toda una épica, toda una historia deportiva en mayúsculas, todo un esfuerzo envuelto en deportividad, entusiasmo y amor por esa disciplina deportiva que marcaba un momento y un hito en su devenir. Y esas mujeres aguerridas, pioneras, elegantes, modernas, avanzadas y deportistas en toda regla, buscaban tiempo de sus momentos de ocio para la práctica del balonmano. Todas trabajaban y su pasión no era otra que disfrutar de su nuevo deporte. Viajes por Asturias, por España, demostrando su buen hacer en la práctica de ese juego, de ese ejercicio, de ese divertimento que las hacía felices y dichosas.
Bien por este gineceo, bien por estas mujeres animosas que convirtieron el balonmano en un deporte noble, destacado y de talla internacional. Ellas son la huella y la raíz de este recreamiento, de este pasatiempo que convirtió a Pola de Laviana en esa villa asturiana con un conjunto de balonmano prístino, primogénito e inicial en un país donde el deporte todavía vivía en un estado oculto y con pocas luces.
Estas mujeres por su estilo y pundonor son todo un ejemplo para el deporte regional y nacional. A Purina Zapico el abrazo eterno, y a las pioneras lavianesas el recuerdo imborrable de sus conquistas.
