La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De cabeza

Navidad

Mr. Scrooge y su análisis del Oviedo

Cuando Mr. Scrooge (el célebre protagonista de "Cuento de Navidad" de Charles Dickens) decidió cambiar de vida, también decidió cambiar de equipo. Algo inusual e impropio, pues suele decirse que, en esta vida, se cambia de todo menos de club de fútbol. Scrooge lo hizo. Consideró que su Chelsea le recordaba demasiado a su antigua vida, algo que se confirmó con la llegada del que es ahora su propietario. Sus maneras le recordaban demasiado a esa vida pasada en que el bienestar de los demás era su negocio. Así que decidió pasarse al Tottenham. ¿Y por qué al Tottenham? La historia viene de lejos: cuando en Inglaterra apenas había futbolistas extranjeros, llegó a los Spurs un argentino menudo y liviano, muy técnico, llamado Osvaldo Ardiles. La conexión emocional funcionó al instante y a Scrooge, aquel futbolista, le recordó al pequeño Tim, el hijo de su escribiente, o al muchacho que le encargó el pavo en la primera Navidad de su renacida existencia. El caso es que Ardiles remató su arrepentimiento porque le empujó a apreciar, ya definitivamente, los pequeños matices y las sutilezas. Hoy en día, Ebenezer Scrooge es un apasionado seguidor del Tottenham y un fanático de las plataformas digitales que le permiten ver partidos de fútbol allá donde se jueguen. Considera que el fútbol es perfecto para averiguar cuál es la marcha del mundo hoy en día pero prefiere guardarse para él cualquier clase de diagnóstico. Hace ya un tiempo supo del Oviedo a través de los pasos perdidos de Stan Collymore: un ciudadano, según el criterio de Mr. Scrooge, al que le hubiese venido bien la visita del Espíritu de la Navidad. Para el antiguo usurero, la sociedad, hoy en día, se divide entre personas a las que ha visitado dicho espíritu y personas a las que no. Tiempos difíciles, que diría el maestro Dickens: hoy los espíritus no dan a basto. El caso es que, aunque resulte difícil hacerse a la idea, Mr. Scrooge, de vez en cuando, ve partidos del Oviedo desde el salón de su casa. La imagen es perturbadora, lo sé. Quién sabe si ridícula, pero la realidad es la realidad. Tanto fútbol ve el viejo personaje que se ha hecho todo un experto comentarista. Dicen que hay un diario inglés que publica sus comentarios bajo seudónimo pero que, junto con la verdadera identidad de Bansky, es el secreto mejor guardado de Inglaterra. Sus apreciaciones son telegráficas, agudas, directas, propias de su carácter y las suele enviar por whatsapp. Otra idea inquietante, soy consciente, Ebenezer Scrooge manejando un smartphone. Pero insisto, la realidad...

Al final del Racing-Oviedo me envió un mensaje. Sí, lo estuvo viendo. De mucho tiempo libre debe disponer el viejo gruñón... Se preguntarán por qué me escribe a mí mensajes y no a Tomás Roncero, por poner un ejemplo. Eso quisiera saber yo. Sé que es un privilegio pero maldita gracia me hace que mis datos circulen por ahí con tanta libertad e indiscreción. Hoy es Scrooge pero mañana podría ser cualquier tertuliano de "El chiringuito". Pero no nos desviemos del asunto. El mensaje: "Posibilidad de mejora. Más puntería. Reflexión para jugador que se auto expulsa. Dudas sobre el penalti. Al final, punto no tan malo. No hay motivos para pensar en fiestas en junio pero tampoco para arrojar la toalla. Más protagonismo para balón. Atentamente, Ebenezer".

Escribo esta columna la mañana del día de Navidad. A mi alrededor impera el silencio propio de después de una noche animada. Desde el sábado pasado he tenido tiempo de digerir el mensaje. No sé si recibiré más de este inesperado comentarista. Juzguen ustedes mismos lo que les acabo de contar. Pero no sean demasiado severos, nunca se sabe quien puede llamar a la puerta.

Compartir el artículo

stats