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Pablo González

EN TERRITORIO COMANCHE

Pablo González

Aquellas raras historias

En un verano en el que no se menea ni una triste comisión en el mercado por eso del covid y del qué pasará, nunca viene mal desempolvar viejas anécdotas del jugoso álbum de recortes que ha ido dejando el Sporting en su caminar. Una de ellas fue el paso de Julio Salinas por El Molinón. El vasco pertenecía a esa clase de jugadores odiados hasta el tuétano por los puristas del balón porque su juego era de todo menos preciosista. Pero ahí estaba siempre y conseguía lo que valía y sigue valiendo en el fútbol: enchufarla. Lo hacía de las formas más inverosímiles y contra todo criterio artístico, pero lo lograba. Era necesario ganar a Irlanda en su campo para clasificarse para un gran torneo, ahí estaba Salinas. Cierto es que como todo internacional de aquellos tiempos, Salinas tuvo sus grandes pifias, como la de los octavos del Mundial de Estados Unidos ante Italia, el del codazo de Tassotti a Luis Enrique. Pero en Gijón cayó de pie. Aportó goles y en poco tiempo aquel "Salinas, 'Bota de Oro'" que le cantaba en coña El Molinón, acabó siendo entonado con respeto y cariño. Su historia no duró mucho. Los años pesaban y había que dejar sitio a jóvenes lobos sedientos de gloria. Llegó Luna a cambio de hacer multimillonarios a unos cuantos, además del Albacete. Una operación que con otros protagonistas se seguiría repitiendo hasta que el pozo de los millones que parecía no tener fondo se secó. ¿O ya nadie se acuerda de los Ronald Gómez, Kucharski, Carlos "Hidalgol", Adauto da Silva, Traoré, Kamatcho, Popovic...? Aquellas sí que eran historias, pero de las raras.

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