El empate ante el Tenerife, el mismo que Gallego supo vender como un mal menor, deja paso a uno de esos tramos anfetamínicos con los que se ha diseñado esta Liga. El objetivo es el de tratar de ser más rápidos que la pandemia y disputar todos los partidos que sean posibles en caso de que el covid obligue a cerrar por derribo. Hasta ahora nadie ha sido mejor que el Sporting: ahí está la clasificación. La duda está en si los rojiblancos tendrán las reservas suficientes para resistir hasta el final o el efecto de la viagra será limitado. El primer test de esfuerzo se inicia mañana ante el Málaga. Los andaluces no han arrancado mal el año a pesar de toda la marejada que los rodea. Son las cosas del querer y de pertenecer al escogido club de los jeques, donde no todo son millones y sorteos de Audis. La Rosaleda es una buena plaza para que el proyecto de Javi Rico siga luciendo tipo. Se comprobará si todos los jugones, una vez recuperado Nacho Méndez para la causa, siguen teniendo sitio en el once y cómo va a gestionar Gallego lo de las rotaciones. Y habrá que ver si esa sensación de que el equipo tiene tics de temporadas pasadas son simples fogonazos esporádicos o señales más preocupantes. Pero si hay algo para lo que van a servir estos partidos es para demostrar si el fondo de armario luce y sirve para las ocasiones especiales o chupa banquillo con razón. Comienza el baile.
