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1979, introducción al fin de la utopía (I)

La renuncia al marxismo llevó al PSOE a su primera victoria electoral de la actual democracia

El de 1979 fue para las Españas un año crucial. Según el calendario de Umbral, en el año 1979 la "transición" remataba su primer tercio, pues para el madrileño aquel viaje de la dictadura a la democracia duró 11 años escasos, del entierro de Franco, en noviembre 1975, al entierro de Tierno, en febrero de 1.986. Para el profesor Santesmases, tan amigo del republicanismo y de Gijón, -de la mar de San Lorenzo procura ser vecino cada verano-, la transición terminó días después, justo el 12 de marzo de 1986, cuando con sus "mejores" artes, el compañero Felipe González ganó, contra las inocencias infantiles de las Españas progresistas, el "referéndum" de la OTAN.

Comenzó el tránsito con el entierro abrumador y tristísimo, azul, negro y moro, del dictador Franco, noviembre de 1975, y terminó con el presidencial y masivo, hasta risueño y en blanco, de Enrique Tierno, el Alcalde-presidente, "paternal y festivo", del Ayuntamiento de Madrid, febrero 1986, nonato Presidente de la Tercera República Española. Once años de transición: pocos años parecen a primera vista; pues aún hoy, pasados 43, una socialista entusiasta acaba de acuñar nuevo dicho feliz sobre los tres jueves del año que relucen más que el sol, que desde ahora son: "Jueves Santo, Corpus Christi y el Jueves de la Moción". Da la impresión de que aún estamos intentando cerrar la tumba del general, que una y otra vez se nos escapa del Valle por sus pazos, seguido de frailes, cabras e historiadores?

Quizá ahora termine, si la ciudadanía de una vez para siempre se toma en serio el quinto trabajo de Heracles, y se decide a limpiar por sí, y con sus "propias" manos y con votos libres de miedo, los "sucios" establos del rey Augías (hoy sucias cuadras de. Rajoy y sus conmilitones). Y de "La Fontica" de Santa Catalina, el pueblo soberano decide tomar las aguas puras de la regeneración democrática?

Aquel 1979 se caracterizó por notables duplicidades: dos elecciones; dos congresos del partido socialista; dos intervenciones cargadas de significado político: una del nuevo alcalde Tierno, tras el Congreso conocido como el de la renuncia al marxismo, en la que se refirió a la vida interna del Partido y al significado del marxismo en el seno del mismo, para defender la necesidad de mantener el socialismo, español y europeo, con del motor de la "utopía", encendido; la otra intervención fue la de Alfonso Guerra en la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados durante la discusión del primer Estatuto de Cataluña, haciendo referencia a la estructura territorial de España, como "nación de naciones", ya defendida antes por el portavoz Gregorio Peces Barba en la comisión encargada de la elaboración del texto constitucional.

Las dos consultas electorales. La primera fue la de las segundas elecciones a Cortes, celebrada el primero de marzo, cuyo resultado, podemos decir, fue práctica repetición de los resultados de las primeras de junio del 75, con una significativa intervención del presidente Suárez, espantando al electorado de la papeleta del PSOE, agitando el espantajo del marxismo; la segunda lucha electoral fue la de las primeras elecciones locales de la democracia, que se celebraron el día 3 del siguiente abril: UCD, volvió a "sacar" más votos que el PSOE, más las izquierdas y los independentistas vencieron en las capitales significativas, y la diferencia entre los dos grandes partidos nacionales se contrajo a solo dos puntos porcentuales. El poder a mano.

Congresos políticos. Dos congresos celebró el Partido Socialista Obrero Español: el primero, en Madrid, entre los días 17 y 20 de mayo, XXVIII Congreso ordinario, con el poder a mano, que quedó como el de las "renuncias": la del "marxismo" que propuso Felipe González, -brindis al poder posible-, y la suya propia a la secretaría general, una vez perdida en el Congreso la votación de su moción "antimarxista", a la que enfrentaron militantes jóvenes, pero históricos, con el apoyo de Enrique Tierno; el segundo, el extraordinario, (de revisión del anterior) también en Madrid, que se sustanció cuatro meses después, entre los días 28 y 29 de setiembre, y consistió en la aprobación de la nueva resolución política sin marxismo, y la elección triunfal de una nueva Comisión Ejecutiva, a cuyo frente regresó un muy crecido Felipe González, "porque, -se lo dijo Tierno al propio secretario general-, el Partido ha cometido el grave error de no haber sabido crear personalidades sustitutorias". Treinta y siete años después hemos visto surgir por la voluntad de las bases, otra vez vivas, del partido un nuevo secretario general que a la fecha, es también Presidente del Gobierno.

Viaje al centro desde la radicalidad del Congreso de Suresnes. Octubre de 1.974, "los socialistas del interior" habían logrado "ganar" todo el poder del partido, aprobando de entrada once medidas inexcusables para "restablecer" la democracia en España: desde la libertad de los presos políticos, primera medida, a la décima, convocatoria de elecciones libres en plazo no superior a un año a fin de que el pueblo manifieste soberanamente su voluntad (constituyente). La oncena medida, u onceno mandamiento sevillano, reconocía, ni más ni menos que "el derecho de autodeterminación de todas las nacionalidades ibéricas". El dictador comenzaba a contar, sin saberlo, su último año de vida.

Menos de cinco años después de Suresnes comenzaban en el PSOE los movimientos anunciadores del "fin de la utopía", fundado el abandono del término "marxista" en la necesidad de "adecuar" el ideario y funcionamiento político del partido a la necesidad de ganar nuevo electorado entre trabajadores industriales, autónomos y clases medias urbanas, temerosas del marxismo, al que la derecha había presentado como enemigo confiscador de pisos y propiedades. Renuncia como camino para alcanzar "una próxima futura victoria en las urnas", como se produjo en 1982.

Igual suerte, y con el mismo fin, corrió la oncena y extrema medida sobre el derecho a la autodeterminación de las nacionalidades ibéricas, que quedó reducida a la posición constitucional de "nación de naciones", posición que estrenó en mayo de 1978 Gregorio Peces-Barba, portavoz constitucional socialista. Posición tímida entonces, y tenida hoy, por más de un ciento, como cuasi herética y antinacional.

Felipe dijo, "Hay que ser socialistas antes que marxistas". Peces-Barba: "Los socialistas no somos separatistas, pero tampoco separadores". Comenzaba el duro camino del poder: "Es necesario conquistar el poder político". Pero no a cualquier precio, replicarían no pocos socialistas, como podremos ver en siguiente momento.

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