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La inmigración y el futuro

La ola de xenofobia que crece en Europa impide encontrar una solución digna al problema de los inmigrantes ilegales

La operación Aquarius, en la que llegaron a Valencia más de 600 inmigrantes de distintos países, rechazos inicialmente en Italia, ha servido para lavar la imagen del actual gobierno del revuelo mediático por el relevo ministerial en cultura y deportes, y ha colocado a España en primer término del humanismo internacional. Una operación en la que han intervenido unas 3.000 personas, muchos medios materiales y estratégicos, que se ha llevado a cabo con total efectividad y cordura. Y a la que se han unido otras comunidades autónomas, entre ellas Asturias, a recibir parte de esta gente.

Este barco fletado por SOS Mediterraneé y Médicos Sin Fronteras, puede ser el primero de una serie que es posible se muevan por diferentes lugares y acaben también aquí. Dicen que hay cuatrocientas mil personas en Libia a la espera de salir hacia algún lugar de Europa. Hace unos días llegaron otros mil a Andalucía. Hay 68 millones de personas desplazadas en el mundo. En Oriente Próximo huidos de las guerras de Siria, Yemen y otros conflictos de la zona rondan el millón.

Este problema no es de España? es de Europa? es de medio mundo. Nadie quiere abandonar su tierra de origen si no es por una causa grave, como les ocurre a los miles de personas que llegan a las costas europeas en los últimos años. Esta "invasión pacífica" está generando conflictos internos en muchos Estados de acogida. Han aparecido partidos claramente xenófobos en contra de la llegada de inmigrantes en Francia con el partido Agrupación Nacional de Marine Le Pen, que ha obtenido en las últimas elecciones el 33 por ciento de los votos con 10 millones de electores. Ahora en Alemania los conservadores bávaros exigen a la Canciller Merkel un pacto europeo para rechazar refugiados asilados en otros países europeos. Y no digamos en Italia, donde La Liga y el Movimiento Cinco Estrellas, partido de ultraderecha toman el mando, con una reciente inactiva de expulsión de los gitanos. En Reino Unido el UKIP de Nigel Farage. En Dinamarca, el Partido Popular Danés de Kristian Thulessen Dahl. En Polonia, el partido Ley y Justicia de Jaroslaw Kacynski, que obtuvo un 31% de votos. En Austria el FPO-Partido de la Libertad alcanzó un 20,1% para el parlamento europeo, mientras que el Partido Popular Suizo de Toni Brunner llegó al 26.6% en las elecciones del 2011. Incluso en la demócrata y ejemplar Suecia han aparecido los Demócratas de Suecia de extrema derecha que lidera Jimmie Akesson.

A fínales de junio la Unión Europea tiene una reunión para afrontar esta cuestión. Hasta ahora estos partidos de ultraderecha no han invadido el Parlamento Europeo de modo que con su voto puedan modificar las leyes, pero pueden empezar a hacerlo, y las decisiones que tomen afectarán también a España. Hasta ahora en España no hay ninguna formación con esta orientación radical de derechas. Pero sólo falta que aparezca un líder de verbo ágil. La gente individualmente es tolerante, pero en conjunto se puede manifestar xenófoba y radical como demuestran las votaciones de los últimos años en Europa.

Que yo sepa, ninguna propuesta europea se plantea invertir en los países africanos de origen de los emigrantes para facilitarles su vida en su tierra: corregir gobiernos corruptos, apaciguar guerras civiles, evitar persecuciones y racismo interno e impulsar empresas para dar mano de obra, medios de vida, servicios aceptables, sanidad, vivienda, etc. a los naturales. Pasado este impulso mediático y fotográfico del Aquarius, habrá que ver cómo se van a recibir y en qué países a toda la gente dispuesta por necesidad a emigrar de sus tierras de origen en busca de salvación y futuro para sus vidas.

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