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Profesora del colegio | La Asunción

Quiero pedirte perdón

Un paseo por la vida de nuestros hijos

Quiero pedirte perdón porque naciste sin permiso, sinceramente necesitaba de ti. Me costaba encontrar la forma de darle luz a la casa y decidí que llegaras para llenarla de besos, lágrimas, juguetes, ruido, caricias y paredes con nuevos grafitis. Desde el primer instante me enseñaste que una noche en vela es reconfortante tras la sonrisa de un cambio de pañal. Fuiste tú el único capaz de levantarme cuando sentía que ya no me quedaban fuerzas. Tú, el único que consiguió adueñarse ya en la primera cita de mi mente, mi alma y mi corazón. Cierto es que te di de comer, te vestí, te ayudé a crecer, a superar miedos? Aún así, debo pedirte perdón. Nada es comparable con todas las emociones que tú me haces sentir. Cuando sé que ya te has dormido, me acerco de puntillas a tu cuarto para acariciar tu pelo. Te miro e intento imaginar tu futuro, es entonces? cuando vuelvo a pedirte perdón.

Perdóname por querer la vida que yo quiero para ti. A veces no me doy cuenta de que la misión más importante que tengo es sencillamente la de amarte. Poco a poco te voy comiendo terreno, decidiendo tus caminos, moldeándote a mi gusto. Te apunto a clases de inglés porque es el idioma más hablado, te llevo a música para ayudarte a despertar los sentidos, los sábados asisto a tus partidos de fútbol para que te sientas importante cuando marcas un gol, incluso he llegado a convencerte para ir a campamentos de verano porque sé que allí te ayudarán a desarrollar habilidades y ser más autónomo. Te llevo, te traigo? Muevo tus hilos como marioneta en mis manos, te entrego al tiempo, único componente de la vida?

Sin embargo, tú tan solo buscas mi mirada cómplice, mi calor, mi abrazo eterno, mis palabras de aliento?

Te pido perdón por no saber jugar aún de esa forma extraordinaria que tú tienes. Perdón porque me pides que te lea un cuento y me limito a ponértelo en las manos. Perdón por no saber valorar tu arte abstracto, tus ansias de que te encuentre cuando te escondes detrás del sofá, la fiesta de la espuma en el baño o el estupendo desorden del salón.

Hijo, perdóname porque a veces meto en tu maleta tantas exigencias, normas, disciplinas y consejos que se quedan sin espacio las experiencias compartidas, esos mágicos momentos que son sin duda, los que te acompañarán a lo largo del viaje de la vida.

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