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Insularidad astur

La nula conexión internacional aérea desde Asturias, problema coyuntural síntoma de nuestra infracomunicación estructural

Quizás sea por la llegada abrupta del frío junto con la puñalada trapera de ese cambio de horario que nos sume en la oscuridad del invierno. El caso es que la desconexión aérea internacional que Asturias vive estos días se antoja un mal augurio. Una atmósfera muy propicia para una trama de fantasía medieval o de crímenes en entornos claustrofóbicos, de acceso tan heroico por tierra, mar o aire que, para cuando se llega, la tragedia se ha desencadenado en todo su esplendor.

Pero aterricemos en la realidad prosaica: esto es cosa de rentabilidades y estrategias de negociación. Para las compañías aéreas nuestra comunidad verde, brumosa, despoblada, comunicada lo justo y uniprovincial es poco apetecible, de ahí los dineros que con cargo a la promoción turística del paraíso natural se gasta nuestra administración para incentivar unas mínimas conexiones nacionales e internacionales desde y hacia Asturias.

No es ninguna novedad, otras comunidades lo hacen de una u otra forma lo que ocurre es que en nuestro caso el aeropuerto está tan justo de tráficos que al mínimo vaivén negociador o mala racha en una compañía, pasamos de lo escaso a lo exiguo y, en esta ocasión, de lo exiguo a la nada: hemos vuelto, en lo que a vuelos internacionales se refiere, a finales de los ochenta.

En unas semanas el problema quedará parcialmente resuelto porque el gobierno regional acaba de publicar el pliego de condiciones para los contratos de incentivación mencionados. Así que conviene tener presente cuando volvamos a disfrutar del privilegio de pagar un billete a Londres, París o Lisboa -si estas conexiones finalmente se recuperan-, que nosotros mismos hemos subvencionado con dinero de todas y todos nuestro boleto y el del resto del pasaje.

También las conexiones nacionales requieren de estas ayudas, de lo contrario sucede el esperpento lamentable de que volar de Asturias a Madrid es más caro que hacerlo de Barcelona a Tailandia, por poner un ejemplo exótico. En ese sentido, el gobierno regional está trabajando en la concesión desde el Ministerio de Fomento del reconocimiento como "ruta de servicio público" a la conexión aérea con la capital, lo cual en definitiva, permitiría una mayor incentivación económica a las compañías y, por tanto, la reducción del precio del billete.

Se parece cada vez más al planteamiento de la España insular y no sólo por las políticas para superar las dificultades de comunicación sino también por la propia conciencia de aislamiento que acaba generando a quienes estamos "a este lado".

Pero hemos de tener claro que éste es, en suma, un problema coyuntural síntoma y causa de otro estructural: nuestra región está infracomunicada y esto retroalimenta su infracomunicación. En otras palabras, que sea caro y lento viajar en coche o en tren a Asturias y casi anecdótico hacerlo por mar rebaja el atractivo de nuestra región como destino, no sólo turístico, sino de inversión o asentamiento y, a su vez, rebaja las posibilidades de asturianas y asturianos de comunicarse más y mejor con el mundo de una forma no virtual, o sea, desplazándose.

A no ser que nos aliemos con el enemigo y acabemos vendiendo aislamiento como algo intrínseco a nuestra marca turística. Ojo, tiene su público, el Monasterio de Santo Domingo de Silos se peta fines de semana o a semana completa de quienes buscan silencio e introspección. Pero, claro, no es el caso porque nuestra incomunicación no sólo compromete nuestro atractivo turístico sino nuestro desarrollo económico. Bien por el saludable aislamiento voluntario a ratos pero éste me temo que es forzoso.

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