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Alejandro Ortea

Desaciertos y okupas

Sobre el reparto arbitrario de las dependencias de la rehabilitada Escuela de Comercio de Gijón

Este otoño tempranamente frío y normalmente lluvioso, le ha traído al socialismo local el inicio de su ocaso. Así como quedó puesto que lo previsible era que su candidata de la directiva, Ana González, a la alcaldía ganaría y que lo haría por poca diferencia con su oponente de la otra mitad de la congregación, así se comprobará un declive en el electorado por su mala elección, ya que a la candidata no le adornan en absoluto aquellas virtudes de empatía que le son exigibles a un aspirante con su potencial electorado: viene como paracaidista desde Carbayonia, ha dejado mal recuerdo personal en aquellos que trataron con ella durante su época de gestión pública en la consejería de Educación y Cultura y, cuestión importante, llega sin discurso de ciudad. Cierto que declara su deseo de terminar con el actual parón de los últimos años del FAC casquista, pero eso lo queremos todos y es tanto como no decir nada. De hecho, todos los candidatos menos Foro, dirán que pretenden que esta populosa, más bien declinante, villa marinera reanude su camino hacia delante. No, definitivamente no estamos ante una candidata capaz de ilusionar a un número suficiente de gijoneses. En lo interno, lo más probable es que se confeccione una lista para acompañarla en la que solamente figuren personas adictas a su mitad, con lo que por un lado se ahondará la brecha interna del PSOE local y, por otra, se desperdiciarán talentos que se han alineado en la parte perdedora. En este aspecto, ya veremos, se juega la directiva concernida, y también la provincial barbonista, una credibilidad de gestión competente que hasta ahora no se ha sabido ganar.

Desde hace un tiempo, tres asociaciones civiles de ámbito cultural, pero de dudosa utilidad social, detentan con ostentosa inconveniencia la titularidad de sendos espacios públicos en el reedificado espacio de la antigua Escuela de Comercio con un precio de alquiler escandalosamente reducido. Se trata de un edificio de propiedad municipal y no se entienden los méritos del Ateneo Casino Obrero de Gijón, el Ateneo Jovellanos o la Sociedad Cultural Gijonesa para tamaño trato de favor. Aquí, la única de las tres que carecía de local era el Ateneo Jovellanos y probablemente para contentar a diestro y siniestro se metió en el lote a las otras dos asociaciones en un pasteleo que causa sonrojo, tanto por la parte del gobierno municipal como la de las entidades beneficiadas. Es ya tradición que nuestro ayuntamiento se muestre pródigo con ciertas asociaciones que, aunque minoritarias, meten ruido a falta de actividades de verdadero interés público. ¿Cuántas asociaciones o colectivos no se han hecho acreedores de semejante trato de favor municipal y sin embargo siguen preteridas? No. Los casquistas no han acertado a la hora de repartir: lo han hecho sin justicia y mostrando su verdadera cara. Han otorgado un trato de favor hacia tres asociaciones que causa disgusto en una ciudadanía harta de arbitrariedades. Ahí tenemos tres entidades que actúan como verdaderas okupas de unos codiciados locales municipales. Lo curioso es que a ninguna de sus directivas o socios les avergüence esta impropia situación.

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