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Musicólogo

Un espectáculo trabado y escaso de canciones

Antonio Orozco presenta en "Único" un popurrí plagado de tópicos

Antonio Orozco está en la cresta de la ola en cuanto a popularidad. La presencia constante en el programa de televisión "La voz" en calidad de "coach" le ha dado una proyección mediática que se hace notar en la afluencia a sus conciertos. El viernes Orozco contó anécdotas y aludió en varias ocasiones al programa dentro del espectáculo "Único", que presentó en el teatro de la Laboral. No deja de resultar paradójico, teniendo en cuenta la insistencia excesiva en que no hubiera grabaciones desde el público y las restricciones que se impusieron a la labor de la prensa. El panfleto del show define "Único" como "cine, música y variedades", un poco de todo, y el resultado fue un popurrí que discurrió sin ritmo, a trompicones, y con demasiados clichés que lo acercaron a la categoría de pastiche.

Quizás haya sido consecuencia de su nueva faceta como personaje televisivo, pero quien mucho abarca poco aprieta, y las aspiraciones de "Único" no están al alcance de este barcelonés. Un espectáculo de variedades exige muchos talentos y buen manejo de la escena, no es posible mantenerlo a base de chascarrillos y una combinación de proyecciones de vídeo, recitado de poemas, canciones y sketches teatrales con temáticas manidas sobre el amor romántico: la discusión de pareja, la reconciliación, la pedida... y los efectistas guiños locales: sidra, cachopo, el Sporting. Los monólogos de Orozco no estuvieron exentos de tópicos: la épica del artista que se sobrepone a los malos momentos, las retahílas de exaltación de las emociones, de los sentimientos?

Quizás la música podía ayudar a digerir todo esto, porque a Orozco lo conocimos como músico y como compositor de canciones allá por los inicios del siglo XXI. Era de esperar que, con dos décadas de carrera, no tuviera problemas para montar un repertorio solvente, pero cuando llevábamos hora y media de espectáculo sólo habían sonado ocho temas, y no estamos hablando de un artista de jazz. En su voz se reconoce el timbre rasgado que le da personalidad; no fue su mejor noche en cuanto a afinación, pero la reverberación, el delay e incluso el sustain (en el final de "El viaje") hicieron su trabajo. Eso sí, cuando se alejaba del micrófono, las debilidades de proyección se hacían evidentes.

El público estaba entregado, pero se podía percibir que más de uno se contuvo y se calló un "deja de hablar y canta". Al final arrancó, puso al público en pie para un medley roquero en el que casi se atropellaron temas como "Llegará", "Mírate", "Ser o no ser" o "Lo que tú quieras soy". Antes ya habían sonado "Moriré en el intento" o las archiconocidas "Devuélveme la vida" o "El patio", de Pablo López.

El final estaba pensado para ser apoteósico, pero se frustró porque fue demasiado abrupto cuando los silbidos que reclamaban propinas apagaron los aplausos. El público quedó algo desconcertado. Hubo propinas, con "Una y otra vez" sonando desenchufada, pero todo seguía discurriendo en la misma dinámica trabada que caracterizó el espectáculo.

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