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Centro versus radicalización

La polarización de la vida política española exige mayores dosis de concordia

En España pronto vamos a celebrar múltiples procesos electorales que pondrán a prueba la capacidad de nuestro sistema político para proporcionar los instrumentos de gobierno necesarios, tanto desde el punto de vista técnico como desde la perspectiva puramente ideológica.

A las elecciones autonómicas y locales que correspondían tras los cuatro años de mandato se unieron las elecciones europeas a realizar cada cinco años y a todas ellas se han venido a juntar a última hora las elecciones generales, al poner en marcha el presidente Sánchez el proceso electoral a nivel del Estado ante la imposibilidad de sacar adelante sus presupuestos.

En todo este conjunto de procesos electorales van a participar una serie de fuerzas políticas, con mayor o menor protagonismo e influencia en función de las elecciones de las que estemos hablando, pero que serán, en conjunto, las mismas en todos ellos. Estas fuerzas políticas se posicionan unas en relación con las otras dentro de un mapa político que refleja una polarización cada vez más acusada, si bien el lugar que ocupan los polos se reparte entre distintas fuerzas, no solo entre dos.

Personalmente no soy muy partidario de la tradicional división entre derecha e izquierda política, lo social por ejemplo no debe ser patrimonio de la izquierda como tampoco la defensa de la igualdad entre los españoles debería de serlo de la derecha. Pero usaremos esta terminología tradicional para entendernos mejor.

Así podemos percibir como resulta incuestionable un proceso de radicalización que conduce a la polarización mencionada y frente al cual aparece la idea del valor del centro político como equilibrador de los excesos radicales.

Un PSOE que ha radicalizado su discurso en una estrategia abierta de restar votos a Unidas Podemos, con posturas maximalistas en temas como la transición energética que tanto afecta a nuestra región asturiana, o los juegos terminológicos que a veces nos hacen pensar que a los españoles nos toman por necios indocumentados en el asunto del problema catalán y las relaciones con el independentismo; o asuntos que podríamos considerar menores pero que quizá no lo sean tanto, cuando afectan no solamente a cuestiones culturales y tradiciones arraigadas en el ser de España sino también a la economía, al empleo e incluso al propio medio ambiente, como el animalismo militante de algunas ministras del gobierno actual.

Al otro lado del espectro político se reproduce el mismo fenómeno de radicalización de la fuerza tradicionalmente hegemónica en esa parte. El Partido Popular, que con Pablo Casado al frente ha entrado con claridad en una deriva hacia el endurecimiento de sus postulados ideológicos con el fin evidente de evitar la sangría de votos en dirección a Vox, la nueva fuerza política que parece atraer con sus propuestas simples y demagógicas a un conjunto de votantes desencantados con la respuesta de los partidos tradicionales a algunos problemas de convivencia y orden publico incluido, y por supuesto, el tema catalán.

Mientras unos proclaman que "en España 20 familias tienen más poder que el Parlamento" y otros proponen que para resolver los problemas de seguridad en tu casa en vez de ir a la ferretería a buscar una buena cerradura, mejor ir a una armería y comprarse un par de mágnum 45 al modo de Clint Eastwood -recordemos que en los EE.UU hay cada año más de 40.000 muertes por arma de fuego- parece necesario pararse a reflexionar sobre lo que está ocurriendo en nuestro país con esta deriva política y pensar que quizás sería bueno recuperar el centro como el espacio que mejor puede conducir a España a las soluciones que necesita para progresar en bienestar y prosperidad, en convivencia, en igualdad y solidaridad entre españoles, en respeto y reconocimiento del otro.

"La concordia fue posible" se puede leer en la lápida del presidente Adolfo Suarez y su esposa. Si la concordia entre españoles fue posible entonces, en un una situación en muchos aspectos más compleja y difícil que la actual ¿por qué no puede volver a serlo ahora?

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