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Envidia

La incapacidad del equipo de gobierno del Ayuntamiento y un recuerdo para Rubalcaba y su forma de hacer política

A punto de tomar la puerta de salida, aunque uno quiera tomarse las cosas con cierta distancia y más tranquilidad, la actualidad política acaba activando ciertos resortes internos con más frecuencia de lo esperado. Algo así me pasó cuando días atrás leía que el candidato a la Alcaldía de Gijón por Foro Asturias atribuía a la envidia las críticas al gobierno municipal de su partido. Sólo le faltó decir que la envidia fuera tiña, cuantos tiñosos habría.

El candidato Muñiz nos acusaba de caer en pecado, en uno capital como la envida, a quienes hemos denunciado durante estos ocho años la desidia e incapacidad del gobierno de Moriyón. Poco me preocupa. Más me inquieta la utilización de argumentos infantiles, algo demasiado habitual en la actualidad política, para justificar la falta de rumbo en el Ayuntamiento de Gijón durante los dos últimos mandatos.

Es más, quizá tenga razón y sea un pecador. Porque sí, sí tengo envidia. Tengo envidia de aquellos municipios donde son capaces de ejecutar, poco pido, más allá del 20 o el 30 % de sus inversiones. Envidia de aquellos ayuntamientos que no maquillan sus cuentas a base de empufar a vecinos y vecinas en forma de 81 millones de ayudas a fachadas sin pagar. Envidia de esas ciudades donde la ejecución de la mayor parte de obras, pequeñas o mayores, no acaba realizándose tarde y mal. Envidia de aquellos lugares donde la contratación de un servicio no acaba convirtiéndose en un problema para las personas contratadas. Envidia de aquellas urbes donde son capaces de diseñar y desarrollar planes de movilidad sostenibles y modernos. Envidia de aquellos concejos donde las políticas sociales han dejado de lado la caridad y la beneficencia. Envidia de aquellas localidades donde las asociaciones cobran su subvención en tiempo y forma sin ser mareadas y etiquetadas con el cartel de sospechosas. Envidia de aquellos sitios donde la cultura es un elemento esencial en la construcción de la ciudad. Envidia? ¡Cuánta envidia!

Y envidia, que el señor Muñiz juzgue si es sana o no, supongo que tendrían quienes forman parte de una generación, la suya, cuando miraban a Europa y querían tener servicios públicos de calidad, infraestructuras modernas o algo tan básico como las libertades propias de una democracia. Y yendo a la esfera local, puede que tuvieran algo de envidia muchos gijoneses y gijonesas cuando desde sus barrios reclamaban cosas tan básicas como el saneamiento, el asfaltado de calles, la construcción de colegios o centros de salud, el desarrollo de zonas verdes o la puesta en marcha de una red de instalaciones culturales o deportivas. Todas esas cosas, y muchas más, que se hicieron realidad, ya que hablamos de herencias, con los gobiernos liderados por el PSOE entre 1979 y 2011.

¿Envidia? No lo sé. Evidentemente ética y política han de ir de la mano, pero cuando olvidamos la política y pasamos a la pseudoética, lo que se evidencia es la falta de política, la de verdad, la que representaba Alfredo Pérez Rubalcaba. No podía olvidarme de él. En todo caso, que los y las votantes juzguen si la envidia existe o no, si es sana o no, si el gobierno de Foro ha sido perezoso o no. O si las aseveraciones de Don Álvaro están impregnadas de soberbia o no. Ya se sabe que en el pecado está la penitencia.

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