Relaciones imposibles, enfrentamientos cargados de odio y una historia en la que el amor y la muerte se dan la mano; estos son algunos de los ingredientes del mito al que Shakespeare dio forma en el drama "Romeo y Julieta". Antes, la historia ya había sido escrita por otros autores como Luigi da Porto, y había sido especialmente popular en el Renacimiento. Lo que asombra es la versatilidad que este drama ha demostrado para adaptarse a diferentes lenguajes (novela, ópera, cine) y la vigencia que esta narrativa muestra en la actualidad, basta con echar un vistazo a los videoclips de Halsey o a las Julietas del nuevo calendario Pirelli.

Sin duda, una de sus versiones más célebres es "West Side Story", un musical estrenado en Broadway en 1957 que sitúa la tragedia en la realidad social del Nueva York del momento. Desde su estreno, el musical de Bernstein y Sonheim no ha abandonado las tablas y se ha convertido en un referente de la cultura popular; una obra que, sin dejar de lado los atractivos del drama amoroso, introduce problemáticas que siguen presentes en el siglo XXI: racismo, xenofobia, inmigración, escasez de perspectivas de futuro para la juventud? "West Side Story" es perfectamente comprensible desde la actualidad, y quizás ahí resida uno de los secretos de su éxito.

La versión que estos días ha pasado por el teatro de la Laboral no ha arriesgado en las formas. Cumplió las expectativas con nota en prácticamente todos los aspectos: escenografía, iluminación, vestuario? El fluir de la obra fue ágil y los números discurrían con dinamismo, poniendo énfasis y preparando de forma adecuada los momentos más relevantes de la historia, como el encuentro entre Tony y María. El baile mandaba, por encima de la actuación y de la música, y quizás fue una apuesta acertada, porque sin duda es uno de los reclamos para el público.

En lo musical, encontramos algunos peros. Muchos conocemos el musical por la película de Robert Wise, y la traducción de las canciones al castellano resulta extraña. Tampoco suenan convincentes los cambios de registro de los personajes principales; Tony y María se mueven cómodamente y con naturalidad en una tesitura media, pero su voz se volvía más lírica en los pasajes agudos, y estas transiciones, tan frecuentes en arias como "María", "Somewhere" o "Tonight", fueron poco convincentes. No ayudó el recurso efectista y sensiblero de lanzar un fortísimo (o subir el volumen de la megafonía) en el agudo final del tema; quizás sirva para epatar con el público y arrancar aplausos, pero resta credibilidad al conjunto de la interpretación. Por último, la combinación de música grabada con interpretación en vivo fue más que dudosa. Al inicio se anunció que la "orquesta" estaba detrás del escenario por motivos escénicos; en los aplausos finales comprobamos que esa "orquesta" era un ensemble de cinco músicos de viento metal, cuesta imaginar a quién dirigía el director que salió a saludar al final batuta en mano.

En fin, detalles que seguramente responden a cuestiones presupuestarias y a cánones estéticos del musical contemporáneo. A pesar de todo, la obra fue convincente en su conjunto y es una muestra evidente del buen momento por el que está pasando este género escénico en nuestro país.