La fecha de inicio de la temporada de baños en las playas gijonesas es una incógnita porque el Gobierno de Pedro Sánchez o bien no se moja o bien se mete en charcos cada vez que habla de la salida paulatina del confinamiento. Así que el equipo de Salvamento de la ciudad, los surfistas y los numerosos aficionados a zambullirse en el Cantábrico en cualquier momento del año esperan como agua de mayo el decreto que aclare qué actividades físicas se pueden realizar a partir del sábado. No parece este un asunto trascendental en medio de la crisis recién estrenada, pero sí es sintomático de la falta de un calendario claro para la famosa "desescalada". Andalucía y Canarias, las dos autonomías que ya han presentado planes para una cierta normalización, piden a gritos la reapertura con restricciones de sus arenales por el valor económico y social que tienen. Pero mientras no se conozca el cuándo será imposible aplicar el cómo. Avanzar en un mar de dudas resulta misión imposible.
