Quién se iba a imaginar que celebraríamos el 25 aniversario de la recuperación del teatro Jovellanos sin poder acudir a su sala y unir nuestros aplausos de "cumpleaños feliz".

Recuerdo, vagamente, su cierre en el año 1987, pero sí recuerdo la faringitis que atrapé en su sala destartalada y sin calefacción en pleno invierno en una de las últimas, si no la última programación, antes del cierre que considerábamos definitivo. Y, también, recuerdo la película que, no sé si anticipando los tiempos que están por venir, era 1984, basada en la novela de Orwell.

Se especulaba con el futuro del inmueble: sala de fiestas, centro comercial y hasta ¡demolición!

La propiedad era privada y, por tanto, se cernía sobre el teatro un futuro incierto y preocupante.

Afortunadamente los hados nos fueron propicios haciendo coincidir dos circunstancias salvadoras que nos han traído hasta aquí: Una sociedad no resignada, abanderada por un grupo de ciudadanos y ciudadanas a las que se les debe un reconocimiento, que lucharon por conseguir para la ciudad el teatro que se merecía, y un Ayuntamiento presidido por Vicente Álvarez Areces, sensible ante la situación, que consiguió, en el año 1989, declarar el teatro de utilidad pública y proceder a su expropiación. Dos nombres que no quiero olvidar y que contribuyeron tanto a ser lo que hoy es nuestro Jovellanos: el entonces concejal, Daniel Gutiérrez Granda ,y su primer gerente, Miguel Rodríguez Acevedo.

Se puede imaginar lo que supuso poner en pie el teatro moderno en prestaciones que hoy disfrutamos, el periplo que supuso su restauración hasta que se reinauguró en el año 1995 con Alfredo Kraus y la OSPA en el escenario.

Se pueden enumerar la cantidad de días gloriosos que, a partir de entonces, disfrutamos en nuestro coliseo.

Se puede desear que, después de estos días oscuros, vuelva por sus fueros, dándole a Gijón lo mejor de si mismo.

Eso esperamos por el bien de la cultura, tan imprescindible siempre y sobremanera en estos momentos.