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Profesor del IES Elisa y Luis Villamil; máster en Intervención e Investigación Socioeducativa

Hematología en Jarrio, un servicio ejemplar

La labor silenciosa de muchos servidores públicos

Lo ciudadanos del occidente de Asturias, personas que residimos en una parte de nuestra región eminentemente rural, vemos con profunda preocupación las noticias, que recurrentemente aparecen en los medios de comunicación, sobre el funcionamiento y las carencias del Hospital comarcal de Jarrio. Es lógico, muchos de nosotros, bien directamente, bien a través de algún familiar o amigo, somos conocedores de los problemas que afectan a algunas de las especialidades del citado nosocomio; tales como cardiología o neurología, por poner algunos ejemplos, con aplazamientos constantes, sine die, de las consultas o la realización de algunas pruebas.

Quienes procedemos del ámbito rural sabemos, mejor que nadie, la importancia que tiene el sistema público para el bienestar de una población alejada del centro de Asturias y que tradicionalmente se ha visto postergada a la hora de acceder a unos servicios de calidad que estén a la altura de los que disfrutan las áreas urbanas de nuestra Comunidad Autónoma. Diría más; la gente de mi generación que proviniendo del medio rural pudimos acceder a unos estudios universitarios, gracias al sistema público, valoramos aún en mayor medida la existencia de una educación y una sanidad pública de calidad, importante para toda la ciudadanía, pero especialmente trascendental en esta ala occidental de Asturias.

Por eso, siendo razonable y legítimo reivindicar lo que creemos que no se adecua a unas necesidades y derechos acordes con la época que nos ha tocado vivir, considero de justicia que resaltemos, al mismo tiempo, la labor silenciosa que muchos servidores públicos, en diversos ámbitos, realizan en pro de la ciudadanía a la que dirigen su quehacer diario. Que contemos cada uno de esos casos en los que nos sentimos satisfechos del trato recibido y de los resultados obtenidos. Y fruto de este razonamiento quiero traer a colación, en este artículo, al servicio de Hematología del Hospital comarcal de Jarrio. Por razones que no vienen al caso relatar tuve la oportunidad de conocer la forma de trabajar y de entender la sanidad pública de los conspicuos hematólogos Manuel Vargas, Sergio Ortiz y Miguel Palicio, así como del resto del personal sanitario adscrito al mismo. Metafóricamente se podría decir aquello de que yo estuve allí? Y pude ver con qué cercanía tratan a los pacientes que atienden, pude observar cómo se ponen en el lugar del enfermo a la hora de tratar su patología, comprobé cómo contestan al teléfono cuando se les llama o devuelven de manera inmediata una llamada aportando con rigor la información solicitada, o cómo el mismo jefe del servicio es capaz de visitar a uno de sus pacientes un domingo, fuera de su horario de trabajo, para informarle del resultado de unas pruebas? En definitiva, pude constatar cómo este equipo médico convierte en realidad lo que todo usuario de un centro hospitalario puede soñar cuando se ve en la necesidad de recibir atención sanitaria. Porque lo que realmente subyace tras esta labor callada es una manera de entender la medicina elevada a la categoría de convivencia; una forma de hacer las cosas en la que realmente no solo transmiten lo que saben, sino que esencialmente transmiten lo que son.

Quienes como yo nos dedicamos a la noble tarea de formar a las nuevas generaciones de asturianos no podemos, ni debemos, dejar de relatar ejemplos como éste. Realmente no es exagerado decir que la labor de los médicos Manuel Vargas, Sergio Ortíz y Miguel Palicio en el Hospital comarcal de Jarrio representa sencillamente, en mi opinión, la de un "maestro". Los que amamos con pasión la libertad y la dignidad del hombre, sabemos lo que significa un "maestro". Qué bien tan escaso y qué inmenso capital para los pueblos y los discípulos que tienen la suerte de disfrutarlo. Y nada puede cambiar esta verdad, ni las más sorprendentes modas pasajeras y mediáticas, ni las ocurrencias políticas del momento.

Por ello, siempre he creído que en esta vida se pueden lograr casi todas las cosas, todo depende de que alguien las mueva. Todos podemos ser "buenos vasallos" con la condición del Cantar de Mío Cid, que tengamos un buen Señor. El Hospital comarcal de Jarrio, desde mi punto de vista, lo tiene, al menos, en el Equipo médico y sanitario del Servicio de Hematología.

Me parece una magnífica expresión de buen funcionamiento de lo público que los ciudadanos debemos conocer y resaltar. Un magnífico modelo que hace realidad algo que ya dijo el insigne científico Albert Einstein: "Dar ejemplo es la mejor manera de influir en los demás, realmente la única manera".

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