Pasaron a mejor vida los viejos oficios de los caldereros, que iban por los pueblos casa por casa reparando la pota de cocinar el potaje; los ferreros, que calzaban una vieja azada, o los goxeiros, que te fabricaban un cesto o un paxo en un solo día. Lo que se estropea hay que tirarlo porque no encuentras quien te lo arregle. Y no digamos nada de los aparatos de radio, que por veinte euros te compras uno nuevo y te dan el botonín para poner en la oreja y puedes ir a segar escuchando música o al tertuliano de turno.

En mi pueblo, La Arquera de Salas para más detalle, el oficio que actualmente tiene más demanda es el de desbrozador y limpiador de fincas y montes. El otro día le pedí a Pablo Larrota (que llegó hace tiempo ya de Colombia y comenzó al día siguiente a ganarse la vida tras comprar una desbrozadora y una motosierra) que me hiciese un trabajo de un par de horas y me dijo que lo sentía mucho -con una abierta sonrisa, eso sí-, pero que no puede ir a mi huerta hasta dentro de un par de meses, tal es de apretada la agenda que tiene, aunque estemos en invierno, porque además es experto en abejas y tiene colmenas esperando.

La agenda del desbrozador de mi pueblo es ya casi la misma que la de mi cardiólogo en el hospitalón de Oviedo. Así es que cuando llegue febrero, tiempo propicio para plantar manzanos y perales, entonces el plazo de espera se duplicará. Pablo, en vista del mucho pedido que tiene, ha recurrido a reclamar a compatriotas suyos para formar equipo. Pero ni así puede atender la demanda de una semana para otra. Como la mayor parte de los vecinos de los pueblos están ya jubilados y tienen achaques pero quieren ver sus fincas limpias, recurren a pagar jornal para realizar ese trabajo. Hubo un tiempo en el que podían tener unas cuantas ovejas, pero como jubilados que son las tienen que documentar a nombre de un familiar que no cobre pensión. Y, además, las mata el lobo, con lo cual no pueden solicitar la indemnización porque es una ilegalidad que un pensionista tenga ovejas.

Otro oficio que está teniendo gran auge en los pueblos es el de cuidador/a de ancianos. Pero en esto ya se están imponiendo las mujeres, que a ellas les encaja mucho mejor que lo de desbrozar fincas. La ventaja de ellas es que no necesitan comprar desbrozadora ni motosierra. Les basta con sus manos. Y manutención incluida, así como el agua, la luz y la calefacción. O sea, como los antiguos caldeireiros que se quedaban a cenar y a dormir en la casa donde les pillaba la noche. Lo cual, visto así, los convierte en oficios cuyos destinos han llegado a encontrarse un siglo después. Y los pueblos, cada día más solos.