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La ventana

Vistazo al exterior

Una de dos, o la población de gaviotas ha aumentado considerablemente o están alteradas por alguna razón, pues no cesan de pasar y pasar alborotadas graznando como inquietas. Al menos eso es lo que percibo desde mi ventana. Claro que puedo estar equivocado y todo sea consecuencia de la paz y silencio reinante que ahora todo lo domina.

En estos días de reclusión las horas las vamos ocupando en un montón de cosas que teníamos olvidadas, por ejemplo observar a las gaviotas. Hasta hemos vuelto a descubrir lo que era el aburrimiento, que es un estadio nada desdeñable y que puede servir de preámbulo a otras ocupaciones y preocupaciones de lo más interesantes.

Volver a disfrutar de la música favorita, leer un par de libros de forma simultánea, descubrir cómo son en realidad nuestros hijos, intimar a fondo con la pareja, inventar en la cocina o preocuparnos por nuestros vecinos.

Además de las gaviotas desde mi ventana se ven otras cosas. Hace un rato pasaron dos personas del servicio de limpieza municipal que se esmeran en su tarea. De vez en cuando pasa un furgón de reparto. Lo que más se repite es el tránsito de perros en su diario paseo. En el portal acaban de entrar dos chicas que pertenecen a los Servicios Sociales que vienen a ayudar a alguna persona mayor. Y veo cuando llegan las ocho de tarde al vecindario de mi barrio que se asoman para rendir reconocimiento al personal sanitario. Ayer hablé con una amiga médica que trabaja en Jarrio, me dijo que ella no salía a la ventana pues se emocionaba mucho al sentir los aplausos.

En el Occidente no hay incidentes, los casos de contagios son escasos y leves. Hay inquietud pero sosiego. Es la ventaja de vivir en un territorio despoblado donde el contacto con otras personas es fácil de evitar. Todo indica que Asturias superará mejor que otras comunidades este episodio y que nuestro Servicio de Salud saldrá exitoso del desafío que tienen delante. Creo que quedarán sin argumentos quienes defienden a toda costa la bajada indiscriminada de impuestos.

Cuando esto pase hay que confiar en que no se nos olvide lo vivido y volver a traer al recuerdo las sabias palabras de nuestro Nobel Severo Ochoa cuando aseguraba que la inversión en ciencia e investigación al final resulta altamente rentable.

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