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Nochevieja en Infiesto

Tres corderos y baile hasta el alba para los jubilados

Cerca de un centenar de pensionistas de los pueblos de Piloña y de su capital celebraron la Nochevieja en el Hogar del Jubilado de Infiesto a base de una buena cena y de un baile que se prolongó hasta que ya cantaban los gallos anunciando el nuevo año. A las nueve de la última noche del 2018 ya la cafetería de este centro social, amplio, cómodo y bien equipado de mesas y sillas para todos, comenzó la fiesta con un aperitivo, y media hora después se inició la cena a base de entremeses fríos y calientes, sopa de marisco y cordero nacido y criado en los pastos del oriente asturiano. De tres buenos corderos (cuarenta y ocho horas de oreo y adobo para que no tengan olor a monte) no quedaron ni las "raspias". Y después, los postres navideños, todo ello por un precio insólito en estas fechas: veinticinco euros.

Minutos antes de las doce los pensionistas -y algunos más aún en edad laboral- abandonaron el salón de baile que hacía de comedor para tomar las uvas en la cafetería delante del televisor. Vuelta al escenario principal para bailar toda la noche en una fiesta que se encargó de animar el músico Rubén -un virtuoso del acordeón que no tiene partitura ni falta que le hace-. Con un par de pequeños descansos se llegó dentro de un gran ambiente y lleno total -se añadieron vecinos de Ceceda de Nava, con juventud, que reforzaron el baile- se llegó a oír los gallos cantar y los veteranos bailarines seguían a pie de obra.

Antes de finalizar la fiesta, y en uno de los descansos del músico, fui testigo de algo también insólito en esta clase de celebraciones. Decenas de jubilados reclamaron la presencia de la cocinera del evento, Josefina Loredo, para felicitarla en público, pero la gran guisandera naveta -cocina como le enseñaron su abuela y su madre-, modesta y tímida que es ella, se refugió en la cocina. Pero fueron a buscarla para darle una lluvia de besos y abrazos y con una frase unánime: "Josefina, no nos dejes, sigue en nuestro Hogar del Jubilado". "Lo repensaré -dijo- porque vuestro cariño lo tengo muy en cuenta y lo agradezco muchísimo. Gracias a todos". Mientras tanto, un espontáneo cogió una cestina vacía del pan y fue recogiendo donativos con destino a las tres camareras (Blanca, Merce y María) que trabajaron a toda pastilla la noche entera. La Nochevieja en el Hogar del Jubilado de Infiesto va a resultar inolvidable. Fue un canto a la amistad y la convivencia en abierta alegría ante un nuevo año que se estrenaba. ¡Que sea bueno bien de todos!

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