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La mar de Oviedo

Preysler

En las tertulias sufro ataques cuando declaro que no leo a algunos escritores, ya siendo buenos, como Chesterton o Baroja, ya malos, como Coelho y Zafón, y si exhibo a Cela y Vargas Llosa necesito un sobreesfuerzo para defenderme, discernir entre su calidad artística y la doméstica, sus inclinaciones y las mías; ¿es que sólo ha de gustarme el virtuoso o el progre? ¿Hay algún santo buen novelista?, ¿y quién soporta a Elvira Lindo o a Leguina? Pues sí, salvo de la hoguera a Cela y Vargas Llosa; gracias a mí no son ceniza, y por defender su prosa en las sobremesas acabo hecho polvo. Disfruté "Viaje a la Alcarria", "Cristo versus Arizona"..., "Conversación en La Catedral", "La fiesta del chivo", sus fabulosos discursos en Estocolmo..., y eso es diferente a calzar sus pantuflas, desairar a la Santina o brindar con la Preysler; aunque nunca deba decirse de esta Preysler no beberé.

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