La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La ciudad y los días

La deseable neutralidad municipal

Algunos problemas públicos pendientes de resolver

Si entendemos que nuestros ayuntamientos han de estar regidos por corporaciones que gestionen sus competencias reales con iniciativa, rigor, eficacia y neutralidad ideológica, en favor de todos los habitantes del territorio sin distinción, estaremos formulando no un ideal sino, simple y llanamente, tanto una necesidad pública como una exigencia legal. La pregunta es si esta evidencia se corresponde ahora y aquí con la realidad. La respuesta es no.

No hace falta ser de derechas ni de izquierdas, progresista ni conservador, antiguo o contemporáneo para comprobar que los principios teóricos del caso ceden ante el sectarismo partidista y la pretendida creatividad ideológica con intentos como el de implantar una suerte de plebiscitos con propuestas populares en urnas itinerantes.

Antaño asistíamos al tópico novelesco de que Oviedo era una ciudad dormida. No lo es ahora, pero en punto a iniciativas públicas y patrimonio urbano tuvo épocas mucho mejores, a mi modo de ver, en la segunda mitad del siglo pasado. Hoy parece que, antes que la atención a los intereses generales de la ciudadanía en el ejercicio de las competencias públicas, se trata de administrar lo público en beneficio de la ideología y del capricho personal.

Algunos problemas dignos de ser resueltos con presteza, que afectan sobre todo al turismo, se eternizan: el destino de los terrenos y edificios del viejo Hospital, la captación de congresos que decae, la reapertura del Escorialín, el poco aprecio del Auditorio sin bar ni restaurante, el quiosco de la música, que es hoy todo un monumento a la parálisis oficial, y la ausencia de servicios higiénicos en el Campo de San Francisco, el aguaducho cerrado en el Parque de Invierno y los bancos pintados con los colores del iris en la Escandalera.

Eso, por no entrar en el carísimo y desconcertante cambio de nombres del callejero urbano, un asunto que ya estaba resuelto hace años por la Comisión totalmente plural en lo político -insisto: plural- creada por el entonces alcalde Gabino de Lorenzo y sus concejales, ateniéndose a la ley de la Memoria Histórica, y que la actual Corporación ignoró desde el principio como si no hubiera existido.

Dicho sea todo esto con la necesaria cortesía y sin acritud, pero también con la mejor intención de poner de relieve, una vez más, la deseable política integradora y eficaz incluso en lo doméstico y cercano.

Compartir el artículo

stats