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La mar de Oviedo

Concursos de utopías

¡Qué prestigio el de las ideas! Antes se consideraba que movían el mundo, ahora mueven los ayuntamientos; antes todo pasaba por la ideas, ahora todo empieza en el concurso de ideas y ahí termina. Los políticos encontraron la panacea en los concursos de ideas, sobre todo porque los pobres concursantes trabajan de balde; salvo que sean elegidos no cobran y si lo son tampoco, en tanto no se lleven a la práctica, que jamás. En este tiempo de certámenes los ediles se entretienen con los proyectos más vistosos e ilusionan al ciudadano iluso. Si antes se daba la vida por defender las ideas, ahora se muere uno por ser incapaz de cobrarlas. En otro tiempo, cuando no había plata no había ideas ("pas d'argent, pas d'idées"), ahora, al contrario, como no hay plata, puteamos a los ideólogos y brotan ideas abondo. A las ideas, sin un propio que las fecunde, denominaba mi abuelo sol de invierno.

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