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El Otero

Lavadoras contra lavanderas

Publicidad agresiva de hace un siglo

Enfocábamos la mirada la semana pasada hacia las lavanderas del Naranco, una actividad importante que contribuyó, de forma notable, a sostener las economías familiares. Como siempre, no faltaban detractores pero si les preguntara quién creen ustedes que fue una de las principales voces críticas, ¿qué me responderían? Seguro que no aciertan. No piensen mucho, se lo voy a revelar: una lavadora. Ya ven qué cosas. En un folleto publicado en los años veinte titulado "Sugerencias para el Naranco", y del que dio cuenta en su día Ernesto Conde, venía una agresiva campaña de publicidad de una lavadora manual llamada "Duplico" en la que se leía: "El poema del Naranco sufre un eclipse comentando cuando el peripatético tropieza en sus andanzas con uno de los tan abundantes lavaderos de ropa. El agua estancada, semisólida, cuyos grumos son condensación de todas las suciedades y entre cuyas ondas pululan miríadas de gérmenes patógenos en contraste con la pureza maravillosa del ambiente, sugiere al observador multitud de pensamientos; porque Naranco, pulmón de Oviedo, cuyas brisas purifican el aire morboso de la ciudad, constituye, por sus lavaderos -donde se limpia la ropa de la mayor parte de los ciudadanos- un gravísimo peligro para la salud pública. ¿Cuántas enfermedades contagiosas habrán sido transmitidas por este vehículo al que tan poca importancia se le concede?". Ríanse ustedes de la publicidad agresiva de hoy. Estos no se cortaban un pelo. Y por si todo lo anterior fuera poco continuaba con la preocupación, también, por el secado; el caso era atacar por todos los flancos: "La ropa se tiende entre sebes, donde se desgarra con las púas de las zarzamoras". E, inasequibles al desaliento, continuaban: "Existe, pues, en el Naranco un problema que es preciso afrontar sin dilación. Cada día que pase sin resolverlo será una brecha que se abre en el estado sanitario de Vetusta. Mas como somos escépticos en este punto, nuestros ediles no se distinguen en general por esta clase de preocupaciones, ya que sienten otras muchas que sino tan interesantes para el pueblo, lo son altamente para ellos, por su más estrecha relación con la política del partido". ¡Vaya! En esto parece que no hemos cambiado tanto.

La lavadora "Duplico" era, según su anuncio, "un servidor ideal, sobrio, limpio, elegante, discreto, económico y útil". Y eso que había que darle a la manivela. La llegada del progreso exigía romper con usos y costumbres anacrónicos y todo valía para combatir al rival. Así que eso de lavar la ropa por ahí de cualquier manera, nada de nada; en casa y, por supuesto, en una lavadora "Duplico". Que no es plan llevar la ropa a casa llena de manchas de verdín, con limacos pegados, impregnada de mortíferos gérmenes y patógenos perversos y. para encima, llena de agujeros por los escayos. ¡No hombre no! ¡Sean modernos!

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