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Embuste y verdad

La presencia creciente del engaño en la sociedad y la importancia de rechazarlo con contundencia

El engaño es frecuente sobre todo en sociedades que no se distinguen por su pasión por la verdad. Creo que hay diferencias entre una mentira ocasional y acaso venial y una práctica permanente de la mentira, incluso que en algunos puede ser compulsiva.

Hay personas que mienten desde que abren la boca hasta que la cierran, y después de cerrarla siguen mintiendo con los ojos. Esta actitud no está generalizada suficientemente. La verdad es el único fundamento de la concordia. Debemos vivir como si todo el mundo pudiera vernos. A Dios no puedes esconderle nada. La naturaleza nos unió en una gran familia, en un solo cuerpo y deberíamos vivir juntos, ayudándonos mutuamente, porque la vida está llena de obstáculos y solo perfeccionando el mundo alcanzamos nuestra propia dignidad y nuestra propia verdad, y así el hombre podrá madurar en el amor y ser feliz. Estamos obligados a buscar la verdad: la verdad religiosa, la verdad científica, la verdad moral. Faltan a este deber los superficiales, los perjuros, los que manipulan al hombre y le hacen olvidarse de su transcendencia, los que hacen de la política una mentira, los que utilizan la educación para degradar a la juventud y los que convierten la justicia social en una farsa. La dignidad solo se alcanza mediante la sabiduría. Es digna la persona que vive instalada en la verdad. La mentira esclaviza y la verdad libera.

Solo viviremos sin ataduras cuando estemos persuadidos fielmente en la verdad. El perjuro, que jura ante la Biblia, es un personaje de desecho, como lo es el corrupto. En definitiva la verdad es la base suprema de la dignidad. Todos queremos ser felices, pero para ser feliz estamos obligados a buscar la verdad. Ocultar la verdad y de paso injertar un pufo a una institución cultural, centenaria sin ánimo de lucro, es un sentir pérfido que no puede ser admitido y condenado sin paliativos. Es preciso llegar a una catarsis interior al examinar los grandes y pequeños hechos que nos precedieron y que es conveniente juzgar sin antecedentes malévolos que conducirán a la injusticia.

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