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La columna del lector

Un campus en La Vega

Las propuestas pueden ser teóricas o experimentales, pero lo importante es tenerlas y preguntarse por ellas. Ocuparse de ellas quizás requiera de un marco con descriptores de conocimientos y destrezas como el Marco Europeo de Cualificaciones con sus casillas para reunir conocimientos teóricos y fácticos junto a destrezas cognitivas y prácticas. Es preciso unir entre sí lo teórico de la ciencia y lo experimental de la tecnología, para avanzar en el desarrollo y producción de riqueza. A todo ello puede ayudar la formación dual universitaria, aunque, más allá de lo teórico o experimental, está la metafísica de los sueños con la que todo comienza.

Hace décadas tuve el sueño de una Fábrica de Armas de La Vega dedicada a la fabricación de componentes oleohidráulicos, con la de Trubia a la de vehículos adecuados al bosque y la montaña. De ahí a experimentar con robots que pudieran interesar al Ministerio de Defensa había un paso. El siguiente sería que desde una sociedad emprendedora surgiesen empresas para robotizar el medio rural y la industria alimentaria.

Mi sueño ahora se centra en un campus de La Vega dedicado a la formación dual universitaria como semillero de empresas de un nuevo modelo social con salario ciudadano ocupacional. Un campus donde se impartiesen másteres y posgrados como: "Sistemas de regulación y control electrónico, informáticos y de comunicación", "Proyecto y construcción de técnicas robóticas electromecánicas", "Proyecto y construcción de sistemas neumáticos", "Proyecto y construcción de sistemas oleohidráulicos". El Centro de Referencia Nacional de Construcciones Metálicas y el CIFP de Cerdeño también están cerca. Lo más innovador sería la investigación de vehículos de transporte autónomos: una especie de vagón-camión automotriz capaz de ir tanto por la red ferroviaria como por la viaria, y salir y entrar directamente de la una a la otra. Tal tipo de transporte se complementaría con microbuques portacontenedor a modo de veleros inteligentes surcando los caminos de la mar y de dirigibles-drones que aprovecharían los vientos y la energía solar siguiendo caminos en el aire.

Y, ¿por qué no?, una incubadora de empresas biosanitarias del desarrollo de prótesis, automatización de almacenaje y distribución de productos farmacéuticos y su logística (o de productos pequeños para su posterior distribución tras su compra en la red) o del desarrollo de la IA y robots biomédicos para pasar consulta y ser apoyo en el medio rural.

Pensar que estos proyectos de investigación y realización puedan ser posibles aplicando la formación dual universitaria a trabajadores iniciales o contratados puede parecer pura metafísica. Pero si encima se quiere hacer de Oviedo la capital de la investigación aplicada para el desarrollo de las alas de Asturias desde su cuerpo central... ¿qué queréis que os diga?: un puro sueño, si seguimos sin unir esfuerzos.

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