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Con vistas al Naranco

Cardenal, repuesto de suspensión a divinis

El recuerdo del líder de la Teología de la Liberación en un encuentro en Barcelona en los últimos años 70

El rotativo nacional de mayor tirada ha dado, en edición dominical, páginas centrales con la rectificación vaticana que había suspendido a divinis, es decir de impartir sacramentos, a Ernesto Cardenal, sacerdote muy popular, poeta, ministro de Cultura del primer gobierno sandinista de Nicaragua, hoy nonagenario muy enfermo.

Conocí a Ernesto en Barcelona (Diciembre 1977.) Se producía la segunda reunión plenaria de la Liga de los Derechos de los Pueblos/Fundación Lelio Basso, en cuyas sesiones intervinimos como invitados Gustavo Bueno Sánchez y yo. Por un extraño conjunto de circunstancias, el Ministerio de Gobernación suspendió el encuentro, pero el Alcalde preconstitucional Socías-Humbert invitó al senador italiano Basso a las consistoriales de la Plaza de San Jaume para dar disculpas y discrepar abiertamente de aquella orden gubernamental, autoritaria y absurda. Lelio, legítimo continuador del Tribunal (Bertrand) Rusell II, con el que tuve el honor de colaborar, me pidió que le acompañara. No hubo tiempo para avisar a Gustavo pero sí a Josep Ribera, hoy tristemente fallecido, gran campeón catalán de la lucha internacionalista pro Derechos Humanos, a Matarasso, brillante abogado francés de la Liga de Derechos del Hombre, a Rigaux, prestigioso Decano de Lovaina, y? a ¡Ernesto Cardenal! En la fotografía que nos hicimos, debajo del despacho del Alcalde, está Ernesto con su poncho multicolor y su boina, que, años después, me recordaría la del abate Pierre, sobre el que ya he escrito en un par de sabatinas. Era mañana dominical soleada y la barba blanca del que luego sería Ministro y ya líder de la llamada Teología de la Liberación dominaba toda la escena con desbordante carisma. Era a su vez casi la misma impresionante imagen, aunque sin boina, enseguida viral, que, años más tarde, recibiría, arrodillado, la admonición de Juan Pablo II, anulada ahora por el Papa Francisco.

En realidad le había conocido la tarde anterior, pues los monjes de Montserrat nos habían acogido para la reunión clausurada, entre otros a Roberto, hermano de Che Guevara, pero Cardenal y su iconografía me habían pasado más desapercibidos.

Cardenal está ingresado, probablemente terminal, en Managua, con todavía arrestos para luchar contra la dictadura del régimen de Daniel Ortega, en su día libertador sandinista como el sacerdote poeta mismo, Violeta Chamorro y otros denigrados luego. La bendición que a la cama hospitalaria del admirado humanista ha venido a solicitar el obispo Silvio Báez es de una enorme significación, reparadora sin duda, pero también silente grito emocionado contra cuántas dictaduras asedian de nuevo el Continente americano o cualquier parte del ancho mundo.

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