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Con vistas al Naranco

Comer gusanos

Las curiosidades de la dieta en diferentes lugares del mundo y sus referencias literarias

"Gregor Samsa se despertó siendo monstruoso insecto" Kafka, F.

Luis Yáñez me une a La Tortilla, legendaria foto de jóvenes sevillanos que irrumpieron en el partido societario arrastrando decenas de náufragos.

De nuevo por Luis, o por Carmeli, su compañera, supe que Cristóbal Colón hizo su épico viaje, serendipia en el ingreso RAE de Félix de Azúa, dando de comer a la marinería en oscuridad para evitar desdén a gusanos.

Hormigas rojas salían en su cassoulet, mal traducido por fabada, a personaje de Céline, que, disfemismo, limpiaba el trasero con un ficcional boletín asturiano. Álvar Núñez Cabeza de Vaca encuentra, en prodigiosa caminata, nativos que comen "arañas, hormigas, gusanos?". Los astrónomos llaman "del gusano" la luna plena del pasado 9/marzo porque las lombrices salieron a la superficie.

García Márquez, coherente entusiasta de Kafka, exalta pueblos comiendo huevos de araña. Gracia Noriega, Monterroso, Sartre, Juan Ochoa, Machado, Golding?, disímiles, usan moscas en sus creaciones. Truchas, reos y salmones se engañan con imitaciones. Las víboras anudadas de Mauriac y los primeros pobladores de Mosquito no fueron insectos sino metáforas y una desaparecida tribu humana.

Jünger, con el que pude hablar mediante el germanismo de Aida, mi hija, peroraba sobre insectos.

Divagando en la intrincada gastronomía de Álvaro Cunqueiro, un sorprendido Manuel Rivas se pregunta cómo los insectos no están todavía en menús convencionales. En "La ventana indiscreta", Hitchcock menta, por boca de L. B. Jefferies/James Stewart, la comida de bichos que ¡no podrían mirarse vivos! Carlos Suárez, sabio donde los haya, me escribe: "He comido gusanos a la brasa en Zimbabue, hormigas en China y chapulines en México. En la dieta futura los insectos serán esenciales por proteínas, energía y (des)contaminación". Lástima del colungués Paco Grande Covián, el más afamado nutricionista. En los albores del caso pestoso, que fue luego otra cosa, del aceite de colza, un bien olvidado ministro hizo célebre el delirante aforismo "bichito que si se cae al suelo se mata".

¿Las angulas, cuya pesca evité prohibiese la Unión Europea, que en rechazado primer informe debían crecer solo en anguilas, no son deliciosos insectos, que añoraba el pintor Luis Fernández, copiados incluso en sucedáneas harinosas baratijas?

La entomofilia de la película "Mondo cane"/ "Perro mundo" se pretendía aberración pero sin ingestión de bichitos no hubiera sido el feliz grito de Rodrigo, vigía de "La Pinta", andaluz como los Yáñez.

En cromos, cambiables en el Bombé de los cincuenta, la "Kon-Tiki" topaba peces voladores para sus navegantes.

Me fotografié en la réplica de "La Niña", "Niña II", extrañamente varada en océano que el almirante nunca navegó, el Pacífico, contrapuesto al Atlántico, o el Tenebroso. En colmo redundante, Richard Nixon tenía mansión, La Pacífica, en San Clemente (Pacífico). Hay pasaje hermoso del asturpanameño Renato Ozores que ve de primeras, y a la vez, el Pacífico y los bellísimos ojos de Rita, Tita, que, encantado, sería ya para siempre su amada.

Los antepasados de mi amigo Miguel Niño, originarios del Moguer luego juanramoniano, acérrimos defensores de Colón, fueron dueños de la primitiva "Niña". Me pregunto si Carlos Etayo, que comandó el periplo evocador de esa copiada II, distribuía gusanos comestibles

¡No hubo gulas en Colón, Cunqueiro, Hitchcock, Luis Fernández u Ozores! ¡No sé en Nixon y Etayo de los fraudes Watergate o la "Niña II"!

En cualquier caso, el silente covid-19 pone la sociedad y las antiguas pestes negras, venecianas o egipcias, patas arriba; en términos prioritarios, alimentación, leyenda literaria y lejanía.

Cené muchas alsacianas veces con Yáñez, pero no tortilla española; gusanos, tampoco, ni en fritanga ni a oscuras.

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