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CRÍTICA / MÚSICA

El poder de atracción de Mozart y la Ofil

La penúltima cita de la temporada veraniega de la orquesta ovetense

El patio del edificio histórico de la Universidad de Oviedo volvió a quedarse muy pequeño ante la enorme afluencia de público que aguardaba turno para acceder al penúltimo concierto que ofreció la orquesta Oviedo Filarmonía (Ofil) este verano dentro del ciclo "Nos vemos en la calle", que incluso sobrepasaba las largas colas de los días anteriores. Se confirmó una vez más el éxito de convocatoria de la Ofil en esta, podríamos decir, minitemporada veraniega. El pasado lunes todo el programa estuvo destinado a obras de Mozart.

Tras la habitual bienvenida al público y agradecimiento de Lucas Macías en nombre de la orquesta, la serenata para octeto de viento arrancó este programa con los profesores de la Ofil y el propio Macías al oboe dispuestos en el semicírculo central de la orquesta. Algunos miembros del público vieron reducida su visibilidad por la estatua de Valdés Salas, pero en este espacio es inevitable.

En la interpretación de la serenata de Mozart destacó el juego de colores entre las secciones musicales escritas en modo mayor y modo menor, así como el empaste entre los ocho instrumentistas que fue una constante durante el transcurso de la obra. El fraseo estuvo cuidado en la práctica totalidad de la partitura y fue uno de los puntos fuertes de esta primera composición del programa, mientras que hubo algunas dificultades en materia de afinación.

Ya con la orquesta al completo y Macías de nuevo como director, llegó el turno a una de las sinfonías más famosas de las incluidas en el catálogo mozartiano, la n.º 35, "Haffner". La lectura que realizaron la Ofil y Macías se inclinó por un sonido comedido y lleno de contrastes dinámicos, tan sutiles sonaron algunos de los temas que fue necesario aguzar el oído para no perdérselos. Tras el "allegro" del primer movimiento, muy elegante en lo que al tempo se refiere, llegó el segundo, tremendamente ligero y delicado, para avanzar hasta el presto final, que interpretaron con un tempo muy vivo, que no perdió precisión por ello, y con una sonoridad mucho más extrovertida, con un carácter de apoteosis final. Tanto al término de la serenata como de esta sinfonía pudieron escucharse algunas ovaciones entre los numerosos aplausos.

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