Iberoamérica ha debido ser siempre una prioridad ineludible en la política exterior de España. A los ojos de la diplomacia con raíces asturianas, la llegada del nuevo Gobierno presidido por Pedro Sánchez, con Josep Borrell al frente de Asuntos Exteriores, haría bien en reforzar esos lazos, en abrir una nueva era en las políticas de cooperación, siempre presentes en el intenso tejido de lazos humanos, históricos, sociales, culturales, políticos, económicos y lingüísticos entre España y los países de la América que habla el mismo idioma. Haría bien en hacerlo, porque hay quien piensa que esa asignatura había sido descuidada.
Ésa es la percepción de diplomáticos curtidos en destinos de América Latina, como Yago Pico de Coaña, que ha estado destinado en las representaciones diplomáticas españolas en Guatemala, Naciones Unidas y Organización de Estados Americanos; ha sido subdirector general de Asuntos Políticos de México, Centroamérica y Países del Caribe, embajador de España en Nicaragua y Colombia y director general de Política Exterior para Iberoamérica. "Los pasos que se están dando nos llevan a la esperanza de reanudar unas relaciones con Iberoamérica que estaban averiadas desde los gobiernos de José María Aznar", opina Pico de Coaña.
Juan Carlos Sánchez, que antes de asumir el consulado en Santiago de Chile fue embajador en Perú, que ha estado destinado en las legaciones españolas en Venezuela y Argentina y fue subdirector general de Países de la Comunidad Andina, director del gabinete de la secretaria de Estado para Iberoamérica y director general de Política Exterior para Iberoamérica, aboga por otorgar "un plus especial a las relaciones con la región, eso que allí llaman 'cariñito', aunque siempre respetando e identificando sus procesos; no debemos echarnos más carga a la espalda".
Luis Arias, cónsul general en París tras haber ejercido como embajador en Filipinas y Corea, entre otros cargos, discrepa y opone sin embargo que la necesaria "sensibilidad" que España debe a América Latina no debe hacer caer en el "paternalismo; hay que estar allí sin influir ni condicionar", dice. También teniendo en cuenta, remataría Eva Martínez, que el "cariñito" es presencia, que en política exterior "ninguna videoconferencia sustituye a los viajes y a las visitas".
Con la de este año se redondean diez cumbres veraniegas informales de diplomáticos asturianos. Celebradas ininterrumpidamente todos los agostos desde el de 2009, ofrecen una panorámica de la política exterior española en el mundo y otra del peso que a lo largo de los años han conservado los representantes del sector exterior español vinculados con el Principado. La extensa variedad geográfica de destinos que incluye la trayectoria profesional de los asistentes a las reuniones, en total 21, da para dar varias veces la vuelta al mundo y sólo con mencionar su ocupación actual sale un puñado abundante de países. Así, además de los cinco que han acudido este año a la cita, desde 2009 han aportado en unos u otros momentos su experiencia otros dieciséis diplomáticos. Son Javier Sangro de Liniers, actualmente embajador en Uruguay; Javier Vallaure de Acha, cónsul en Los Ángeles; Rafael Conde de Saro, director de la Oficina del Alto Comisionado del Gobierno para la Marca España; su hermano Javier, recién jubilado; Miguel Benzo, cónsul general en San Juan de Puerto Rico; José Luis de la Peña, embajador en Eslovenia; Reyes Fernández Bulnes, destinada en la Embajada de España en Irán; Laura García Gómez, cónsul general en Agadir (Marruecos); Ana Flor Alburquerque Gutiérrez, consejera política y cultural en la Embajada en Argelia; Jorge Hevia Sierra, director político adjunto en la Dirección General de Política Exterior del Ministerio de Asuntos Exteriores; Federico Torres Muro, embajador en El Salvador; Alejandro Alvargonzález, secretario general para Asuntos Políticos y de Seguridad de la OTAN; Aurora Díaz-Rato, embajadora en Suiza; Miguel Fuertes, embajador en Serbia, y Santiago Salas y Francisco Villar, ya jubilados.
