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ANDREA GONZÁLEZ Vilarín (Castropol)

El caserío escaso de Vilarín se agarra como puede a la pendiente que baja de la sierra de la Bobia. A vista distante, por encima de los tejados del pueblo asoman los diecinueve molinos gigantes del parque eólico del Candal, que rematan la cresta del macizo donde Castropol confluye con Boal, Illano, Villanueva de Oscos y Vegadeo. Andrea González, que vive en la única casa que queda habitada en el pueblo de su infancia, se ha detenido a contemplarlo en la distancia y a pronunciar, señalándolo, una invitación provocadora. A lo mejor, ya que tienen los aerogeneradores a la puerta de casa, ya que su presencia se adueña de la mirada de cualquiera que levante la vista, ya que están tan cerca que se les oye bufar con furia cuando hay vendavales, estas aldeas podrían recibir a cambio, qué sé yo, por decir algo la luz. No hace falta que sea gratis, tal vez un poco más barata... Un guiño. Un gesto. Una señal de que a alguien ahí fuera le importa que esta mitad de Asturias siga viva.

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