Una comedia que naufraga sin remedio

Apoyándose en la discutible vis cómica del señor Eugenio Derbez, Un mar de enredos se limita a repetir de forma cansina y rutinaria la fórmula de la película de 1987 con Goldie Hawn y Kurt Russell, que tampoca era precisamente una joya, pero al menos no provocaba verguenza ajena como ocurre a menudo con Un mar de enredos. Con el lastre importante de la nula química entre Derbez y Anna Faris, rodada sin ritmo y un más que previsible giro sentimentaloide al final para que el reparto puede dar rienda suelta a muecas y lágrimas, la película naufraga en todos los terrenos: como comedia no arranca ni una sonrisa y como dramón no despierta la menor complicidad porque todos sabemos qué va a pasar el final. No pierdan el tiempo.

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