El Teatro Jovellanos abarrotado, un escenario configurado dentro del salón de un apartamento, el hogar de los Carnero, con un decorado rancio y obsoleto al más puro estilo "british" o España profunda, no sabría decir. Tanto la encargada de vestuario Elda Noriega, y el encargado de escenografía Curt Allen estuvieron muy acertados, creando la atmósfera perfecta para el embrollo, ya pudimos disfrutar de su trabajo la semana pasada en el Teatro Campoamor con "El Dúo de la Africana".

En proscenio aparece lo que parece ser el conserje del edificio poniendo todo a punto para que comience la obra. Pronto aparecen Cristina Castaño y Javier Gutiérrez, los protagonistas de la noche, incómodos por el sonido de un teléfono, excusa perfecta para romper la cuarta pared y adentrarnos en la primera acción de la pieza: suena este teléfono en casa de los Carnero y ellos no tienen ningún teléfono instalado. Todo parece marchar bien, el público está cómodo y disfrutando pues el humor y la comedia están presentes continuamente. Una cosa lleva a otra y en un caos de emociones, pronto descubren que el apartamento en el que se encuentran no es su casa sino el hogar de los Smith, siendo esto motivo para llevarnos al mayor entresijo: ¿son ellos realmente los Carneros? ¿Quiénes son los Smith? ¿Son ellos los Smith y no se han dado cuenta? Preguntas que trasladan al público a una situación común: en el teatro y en la vida cotidiana no todo es lo que parece y a veces ni nosotros mismos sabemos quiénes somos.

Un texto de Sebàstien Thiéry, con la versión y dirección de Sergio Peris-Mencheta, bajo mi punto de vista complicado, con intervenciones relámpago y muy dinámico, emociones muy fuertes y variables a lo largo de todo el trayecto. Todos los actores estuvieron impecables, con unos personajes muy bien construidos desde el juego teatral, en especial el trabajo de Gutiérrez y Castaño, ya que era una historia ardua de tejer. La comedia de este tipo, a mi parecer, es muy difícil de sostener en pie, pero al fin y al cabo se agradece ver semejantes monstruos en el escenario.

La acción dramática cada vez iba creciendo más y más, creando una incomunicación propia del teatro del absurdo, pero a pesar de que nos recuerde en ciertos momentos a "La cantante calva" de Ionesco (un reloj de cuco que no deja de sonar de fondo) no llega a ser absurdo del todo. "¿Quién es el señor Smith? es una obra que esconde algo detrás, lo que a simple vista puede ser una pieza para entretener al público esconde un trasfondo moral y filosófico muy potente con un desenlace trágico.