Ponga es un concejo de interior, en el oriente de Asturias, que siempre sorprende gratamente a ese viajero que busca bosques, ríos, valles y pueblos singulares para olvidarse del mundo a la caza de un poco de paz y de momentos de satisfacción disfrutando de la Naturaleza. Y es que Ponga tiene tantos lugares hermosos que resulta imposible conocerlos todos en un viaje. Por eso hay que volver unas cuantas veces más.

Entre los rincones con encanto, de una belleza sobrecogedora, se encuentra el puerto y lugar de Ventaniella, a donde se llega en dirección al no menos guapo pueblín de Sobrefoz, por una desviación que hay a la izquierda, un kilómetro antes de llegar al pueblo citado. Tomada esta dirección hay unos tres kilómetros asfaltados mientras que el resto, otros dos kilómetros, es caleya, por lo que hay que ir caminando, algo que sin duda tiene su punto pues se pasa por lugares tan singulares como llamado "salto del ladrón". Además, el camino es sencillo y generalmente los que se acercan a este lugar lo hacen ya con la mochila a la espalda para comer allí y pasar la jornada haciendo alguno de los diversos recorridos que cruzan Ventaniella. Allí, en la inmensidad del puerto, entre tanto verde, ganado pastando y las montañas al fondo, se encuentra la pequeña ermita de la Virgen de la Milagrosa, así como un caserío donde, durante el mes de agosto y parte de septiembre, ofrecen para comer el plato de la abuela, tapas de embutidos o queso, y también bebida.

El lugar también tiene su leyenda. Así, se cuenta que cabalgando por aquellos lugares la hermana de Pelayo cayó del caballo y se hirió, siendo esta recogida en su establecimiento, para que se recuperara, por el dueño de la venta. Enterado el moro Munuza, ordenó a sus huestes acudir al lugar para reclamar a la dama bajo amenaza de que, de no hacerlo, le quemarían la venta. Se cuenta que el ventero, hombre valeroso y astur hasta la médula, le gritó con bravura:" ¡Ni la venta, ni ella!", y así le quedó al nombre: Ventaniella.