Última de la Feria de Begoña. Se alternaron las ganaderías de "Garcigrande" y "Domingo Hernández", tres y tres. Tarde gris, y algo lluviosa, buena entrada rozando el lleno, y terna de postín: Enrique Ponce, el Juli, y Miguel Ángel Perera, que pusieron el broche a una feria que pasará a los anales de la plaza de El Bibio. Si la del sábado fue una tarde de toros, la de ayer fue una tarde de toreros.

Abrió la lidia un toro de 610 kilos, seguido de otro de 468, que sembró el desconcierto. Un buen encierro debe de ser homogéneo, como el de "Adolfo Martín Andrés" de la víspera, pero en definitiva unos y otros estuvieron bien presentados y permitieron el lucimiento de los toreros.

Enrique Ponce sigue siendo don Enrique, como don Juan siempre será Juan Sebastian Bach, o don Alfredo, Alfredo di Stefano. Si el año pasado pudimos verle en la esencia del toreo, éste la remató. Le sienta bien el aire de Gijón, sus brumas y salitres. En su segundo hizo una faena magistral, perfecta con las dos manos, acompasada por el Concierto de Aranjuez, con calma, dominio y elegancia; hace que el toreo parezca muy fácil. En el primero ya nos había recordado la medida de su arte, pero no le acompañó la suerte con la espada. No así en el segundo, un "Domingo Hernández" de 502 kilos que irrumpió en el ruedo con el turbo a cien... "Para ser torero hay que estar loco", había dicho el ganadero de "La Quinta" Álvaro Martinez Conradi. Daba miedo verle correr, todos los subalternos se atrincheraron, pero en manos del maestro se volvió jabón. Después de aquella belleza de faena puso una estocada en todo lo alto. Dos orejas. Éstas bien merecidas.

El Juli es un torero que siempre lo da todo, honrado, luchador, valiente. Pero la clase taurina se divide en dos, los toreros que tienen duende y los que carecen de él, y eso lo da la madre Naturaleza. El Juli con todos los respetos, pertenece a los segundos, sin desvalorar su trabajo. Ayer toreó a su manera, emborrachándose de toro, hizo una buena faena en el primero premiada con dos orejas, muy parecida a la realizada al quinto de la tarde. Otra oreja.

Y me llegó la suerte de ver a Miguel Ángel Perera. Sensacional. Vale la pena quejarse. Tiene duende. Sus estatuarios en el primero, que brindó al empresario Carlos Zúñiga, se acompañaron de los suspiros de toda la plaza. En el segundo estuvo intimista, muy del estilo de Paco Ojeda que toreaba sobre un ladrillo, sin apenas moverse. Eso se hace cuando el toro ya no tiene fuerza, pero me gusta más el Perera que cita de lejos, y da pases largos con la mano tendida. Que también sabe hacerlo. Una soberbia estocada le abrió la Puerta Grande.

Magnifica Feria de Begoña 2015. Feria de records, en general de excelente ganado, todos los toros embistieron y no se cayó ninguno, algo que no ocurre en ningún sitio, incluidas las plazas de Madrid y la Maestranza, que se cansan de devolver toros. No hubo cogidas ni sustos, ni toreros que vinieran a engañar. Felicitamos al empresario y hacemos votos por su renovación. Su gran trabajo se traduce en esto, en que Gijón tenga una de las mejores ferias de España.