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El vigía de la costa tapiega se destapa

"Es todo más sencillo de lo que parece", resume Juan Luis Álvarez, participante en la visita guiada al faro Isla de Tapia, el único habitado del Occidente junto al de Busto

El faro tapiego encendido, ayer, durante la visita guiada. t.cascudo

José Carlos Andrés y su familia llevan ocho años veraneando en Tapia pero nunca antes habían entrado a las tripas del faro Isla de Tapia, que está a punto de cumplir 156 años de servicio. La oportunidad para este turista madrileño vino de la mano del Ayuntamiento de Tapia, que decidió organizar una visita guiada a este edificio tan simbólico como poco frecuentado de la villa occidental.

"Ha sido muy bonito", resumió el madrileño nada más descender de lo alto del faro. Allí, el técnico de la Autoridad Portuaria de Avilés, Juan Carlos García, les enseñó de cerca la luz que guía a las embarcaciones en su tránsito por el Cantábrico. Se trata de una lámpara halógena de 1.200 vatios y 230 voltios que tiene un alcance de 18 millas náuticas. El faro tapiego -que alumbra en forma de destellos- tiene junto al de Avilés una particularidad añadida y es que su señal es aeromarítima: "Tiene la óptica abierta, así que da luz por arriba lo que permite que lo vean los aviones. En los faros que dependen de Avilés, sólo el de Avilés y Tapia la tienen así".

Un equipo de cinco profesionales se ocupa de velar por los ocho faros adscritos a la Autoridad Portuaria de Avilés. A saber: Tapia, San Agustín, Luarca, Busto, Vidio, Cudillero, San Esteban de Pravia y Avilés. Su quehacer, volcado en el mantenimiento de estas infraestructuras y en resolver cualquier avería que sufran, también incluye atender las balizas de las rías del Eo y Avilés.

De ahí que José Ramón Menéndez diga que actualmente la vida del farero está en la carretera: "Son muchos kilómetros desde Avilés al Eo". El de Busto -donde reside Menéndez- y el de Tapia también comparten otra característica y es que son los dos últimos faros habitados de la comarca occidental asturiana.

Menéndez, que reemplazó ayer al torrero de Tapia por estar éste de vacaciones, recibió a las puertas del faro a la veintena de personas inscritas en la visita organizada por el Ayuntamiento en el marco de la XXIII Feria Campomar que se celebra en la capital tapiega hasta mañana. Un itinerario que cubrió su cupo de visitantes con rapidez, lo que pone de manifiesto la curiosidad e interés que genera este enclave portuario.

El farero explicó que la instalación tapiega entró en servicio el 1 de septiembre de 1859 y que inicialmente el edificio fue proyectado para la Isla Pancha, en Ribadeo, donde tiempo después se levantó otro faro. "Al final se hizo aquí porque cubría más zona de costa", añadió. En los primeros años funcionó con lámparas de aceite y desde 1944 está electrificado. Menéndez también explicó que el faro cuenta con hasta tres sistemas de iluminación alternativos en caso de que falle la lámpara 'titular'.

El farero de Busto, que lleva toda una vida dedicada al oficio, ve con buenos ojos las visitas guiadas a estas instalaciones pues permitirían "cambiar el concepto que la gente tiene de los faros", demasiado alejada de su función principal y prioritaria de ayudar a la navegación. Algo así le ocurrió ayer a Juan Luis Álvarez, vecino de La Caridad, que se sorprendió de que el funcionamiento interior sea "más sencillo de lo que parece". Se sintió un privilegiado por acceder a la instalación ya que, apostilló, "no se está todos los días en un faro". Similar fue la impresión de José Manuel Saavedra, quien destacó que los faros "son sitios especiales que merece la pena visitar".

El itinerario al faro partió de parque de Tapia de la mano del vicepresidente de la asociación Amigos de la Historia de Tapia, Jesús Fernández, quien aportó algunos datos más a los visitantes. La construcción del faro tapiego se puso en marcha en 1856 y sufrió una reforma importante en 1960, ya que originalmente estaba construido en granito. El guía destacó además que el faro es más antiguo que el puerto actual, que fue proyectado por el benefactor local Fernando Fernández Casariego en 1863 pero que no concluyó hasta 1880.

El faro de Tapia es el primero de la costa asturiana para quien accede desde Galicia y su potencia lumínica llega hasta bien entrada la costa mariñana. Es por tanto la carta de presentación de la villa tapiega desde el mar y forma parte de la vida de generaciones de vecinos de la comarca occidental.

Mucho se ha escrito sobre éste y otros faros, pero el tapiego tiene en su currículo haber seducido al gran literato gallego Álvaro Cunqueiro que en su libro "Fábulas y leyendas de la mar" escribió: "El faro que yo más amé fue el primero que vi de niño en las tardes de verano, desde el mar de Foz: era el faro de Tapia de Casariego, al este, en el mar de las Asturias de Oviedo, acariciando cielo y mar. Era como un dios".

A punto de cumplir 156 años de historia el faro tapiego, vigía silencioso de la villa, sigue seduciendo a vecinos y visitantes.

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