Hay quien nace con un pan debajo del brazo y hay quien lo hace con un pincel. Este último es el caso de Alioune Dabo, que nació en Senegal hace 37 años y con sólo 16 ya estaba recorriendo el mundo. Instauró la percusión del tambor como la banda sonora de su vida para después poder pintarla de color esperanza. Antes de que el lienzo y el papel se convirtieran en sus herramientas de trabajo viajó como percusionista de tambor en el Ballet Nacional de Senegal.

Hace ya catorce años del inicio de la gira que realizó con el combinado de danza senegalés en la que Italia fue la primera parada y España la segunda. Cuando llegó a la tierra de Picasso, Goya y Velázquez se enamoró de una española "que me quiere a pesar de esta vida tan nómada que llevo" y se quedó a vivir en la tierra de su musa para desarrollar su capacidad creativa con el pincel.

"La pasión por la pintura la llevo en la sangre: mi padre dirigió más de treinta años la Escuela de Arte de Senegal y yo le acompañé durante quince para formarme", revela Alioune, quien también destaca la importancia de la constancia en un trabajo como el suyo: "Desde que empecé no he parado ni un solo día y he seguido aprendiendo". Y ha conseguido su objetivo, pues "sobrevivo gracias a mi pasión". Confiesa que "aunque he recibido ofertas de muchas galerías, no valoro esa opción; prefiero trabajar con el alma libre, invertir mucho dinero y después recibirlo". Además, tampoco sueña con ver sus cuadros expuestos en ningún gran museo: lo que verdaderamente le gustaría es que "algún día pueda detenerme, cruzar los brazos y observar a mi mujer y a mis futuros hijos pintar cuadros".

El artista senegalés es un apasionado de la "Semana negra". "Me gusta venir a Gijón esta semana porque aquí la gente me quiere mucho", afirma orgulloso. Además de pintor y percusionista se formó también como mecánico: "Hasta talleres de Gijón me llaman para trabajar; aquí me valoran mucho en ambos aspectos", relata.

Ha recibido el encargo de pintar un amanecer africano tantísimas veces que resopla al recordarlo, pero afirma que "pinto de todo; lo que la gente quiere, yo lo hago, ése es mi trabajo". Y lo hace con la velocidad de un atleta, ya que es capaz de pintar "tres cuadros a la vez y sólo tardo entre veinte y cuarenta minutos; los precios están desde los 15 euros hasta 55, 80... depende la obra. Dabo también busca la expresión en cada cuadro: "Quiero que los cuadros hablen; siempre que pinto lo hago con la intención de que transmita".

Viene de la feria de Segovia. Afirma que conoce todas las de España", y ahora seguirá por el Norte: Vitoria, San Sebastián? después Francia. Y así hasta finalice el verano, que es cuando se dedica en exclusiva a la pintura.

Llegó con 23 años a España y aunque "aquí se vive muy bien", le gustaría volver a Senegal cuando deje de trabajar porque, al fin y al cabo, "las raíces tiran mucho y mi familia me echa de menos".

Es probable que un cuadro suyo jamás esté expuesto en un museo o una galería, pero donde haya un lugar para posar su lienzo y sus pinceles Alioune Dabo lo coleará.