Con 2,04 metros de estatura, Robles jugó con la selección española de voleibol entre 1984 y 2000, participando en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y en los de Sidney 2000. Aunque empezó jugando "un poco de todo", por ejemplo al fútbol que era "lo típico", terminó por dedicarse a un deporte "poco reconocido a nivel nacional, y con pocos apoyos económicos en el que pasamos de no ser nada a ser campeones de Europa".

Tras su retirada como voleibolsita en 2003 se pasó a la hostelería, llegando a ser director del hotel AC de Gijón. Reconoce que "compaginar el trabajo y la familia con los viajes y el deporte es difícil, peromerece la pena. El voleibol ha sido una gran parte de mi mundo y me ha permitido ser quien soy; me ha hecho crecer como persona y poder adquirir unos valores de compromiso, sacrificio y pasión sin los que no somos nada. Es algo que va mucho más allá del resultado".