A. G. T.
El concierto extraordinario que ayer ofrecieron en el Auditorio de Oviedo la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) y la Orquesta Oviedo Filarmonía (OFIL) junto al Coro de la Fundación Princesa de Asturias, fue una fiesta por la buena música, ofertada a precios populares.
El director asturiano Pablo González asombró al público por la precisión y calidad de su interpretación; desde el podio dirigió a casi doscientos músicos, entre ellos la soprano María Espada y la mezzo Iris Vermillion, ambas muy acertadas en sus intervenciones.
La Sinfonía n.º 2 "Resurrección" de Gustav Mahler ocupó la totalidad del programa, en una interpretación que destacó por su potencia sonora y lo ajustado de los tiempos elegidos. González, gran conocedor y admirador confeso de Mahler, supo explotar los puntos fuertes de las dos agrupaciones sinfónicas y del coro, y por ello esta segunda sinfonía destacó por la intensidad y la expresividad de algunos momentos.
El primer movimiento, muy sentido y dramático, dio paso al "andante moderato", con un carácter más elegante. De gran belleza y calidez fue la interpretación del tercer movimiento, y muy sentido el "Urlicht", con Vermillion, que González enlazó con el impresionante "Finale" ante un público entusiasmado que abarrotó el Auditorio.